¿El arroz nos está envenenando por el cambio climático? Esto revela estudio

A simple vista, un plato de arroz podría parecer inofensivo, sin embargo, un nuevo estudio publicado en The Lancet Planetary Health asegura que este alimento, importante para más de la mitad del planeta, podría volverse tóxico a medida que avanza el cambio climático. El culpable no es solo el calor, sino su combinación con el aumento del dióxido de carbono (CO₂) en la atmósfera.

Durante diez años, científicos en China cultivaron 28 variedades de arroz bajo condiciones simuladas de clima futuro: temperaturas 2 °C más altas y concentraciones de CO₂ elevadas en 200 partes por millón. El resultado ha un incremento significativo del arsénico inorgánico en los granos.

Este tipo de arsénico no es cualquier sustancia, está clasificado como cancerígeno por la OMS y se ha vinculado a enfermedades del corazón, diabetes y efectos neurológicos en niños. En varias muestras, las concentraciones superaron los límites recomendados para el consumo humano.

La investigación, realizada en campos abiertos con plataformas de enriquecimiento de CO₂ y calefacción por infrarrojos, simuló lo que ocurrirá en los arrozales del futuro si el mundo no reduce sus emisiones. Los hallazgos son alarmantes no solo por lo que muestran, sino por su escala.

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En países como China, India, Indonesia o Vietnam —grandes consumidores y productores de arroz—, se proyecta que esta acumulación de arsénico podría causar millones de nuevos casos de cáncer de pulmón y vejiga para 2050. La exposición también aumentaría los riesgos de enfermedades cardiovasculares y efectos adversos en el desarrollo fetal.

Pero el fenómeno no se queda en Asia. América Latina, donde el arroz es alimento diario en países como Colombia, Brasil y Perú, también podría verse afectada si los cultivos se mantienen en sistemas inundados, condiciones que favorecen la liberación de arsénico en el suelo.

¿Cómo ocurre esto? El calor y el CO₂ alteran la química del suelo y estimulan la actividad microbiana que libera arsénico en formas más tóxicas. El arroz, por su fisiología, absorbe el arsénico con facilidad a través de los canales por donde toma silicio, esencial para su crecimiento.

Los autores del estudio piden medidas urgentes. Entre ellas, el desarrollo de variedades de arroz que absorban menos arsénico, técnicas agrícolas que eviten la inundación permanente de los cultivos, y regulaciones alimentarias más estrictas sobre este contaminante.

Hoy, muchos países no regulan el arsénico en los alimentos, y menos aún en su forma más peligrosa. En Colombia, por ejemplo, no existen límites establecidos para el arsénico en el arroz que se vende en supermercados. La ausencia de control podría agravar el problema en el futuro.

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El estudio también invita a repensar la seguridad alimentaria en un mundo cambiante. Si el clima puede hacer que un alimento básico se vuelva un vector de enfermedades crónicas, el desafío ya no es solo ambiental, sino también de salud pública y de equidad.

Porque no se trata de dejar de comer arroz. Se trata de tomar decisiones urgentes para que el arroz del futuro no envenene a quienes más lo necesitan: las comunidades que dependen de él para sobrevivir.

Lo que hoy se cultiva con agua, sol y CO₂, mañana podría sembrar enfermedades si no se toman medidas inmediatas. Porque el arroz, símbolo de vida en muchas culturas, podría convertirse en una amenaza global si el mundo sigue ignorando las alertas del clima.

Imagen: Generada con IA

Digna Irene Urrea

Digna Irene Urrea

Comunicadora social y periodista apasionada por las buenas historias, el periodismo literario y el lenguaje audiovisual. Aficionada a la tecnología, la ciencia y la historia.

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