Cada vez hay más turbulencias en los viajes de avión, con una explicación: un cambio en la atmósfera. Un estudio del tráfico aéreo concluye que en los últimos 40 años, la duración anual total de turbulencias severas aumentó en un 55%. ¿Hasta qué punto se sacudirán los aviones en el futuro cercano?
La Universidad inglesa de Reading publicó una investigación en la revista Geophysical Research Letters, donde se concluye que la duración anual total de turbulencias severas aumentó en un 55% entre 1979 y 2020. Los científicos analizaron el tráfico aéreo sobre el Atlántico Norte, una de las rutas más transitadas del mundo, y los resultados apuntan a que los sacudones en los aviones podrían triplicarse a finales de siglo.
“Después de una década de investigación que muestra que el cambio climático aumentará las turbulencias en en el futuro, ya tenemos evidencia de que el aumento ya ha comenzado”, argumenta Paul Williams, científico atmosférico y coautor del estudio.
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En EEUU y en la zona del Atlántico, el crecimiento de la cantidad de turbulencias ha sido más notorio. El estudio evidencia una mayor frecuencia de los movimientos bruscos en rutas populares de Europa, Medio Oriente, el Atlántico Sur y el Pacífico Oriental.
“En un punto promedio sobre el Atlántico Norte, la duración anual total de CAT leve o mayor aumentó en un 17 % de 466,5 h en 1979 a 546,8 h en 2020, con cambios relativos aún mayores para CAT moderado o mayor (aumentando un 37 % de 70,0 a 96,1 h) y CAT grave o mayor (aumentando un 55 % de 17,7 a 27,4 horas). También se encuentran aumentos similares en los EE. UU. continentales.”, data el informe.
¿Qué está pasando en los cielos?
Una de las causas más probables, según los científicos, son las altas temperaturas debido al cambio climático; a su vez originado por gases emitidos del efecto invernadero, como el dióxido de carbono.
Y es que las turbulencias severas en aire despejado son un tipo especialmente peligrosa de turbulencia que ha empeorado mucho en las últimas décadas. Estas se forman en cielos sin nubes debido a las diferencias en la velocidad del viento a diferentes alturas, lo que se denomina cizalladura del viento.
Por el calentamiento, la corriente en chorro experimenta más cizalladura del viento. O sea, las corrientes en chorro son cada vez más agresivas a medida que se calientan la capa más baja de la atmósfera, la troposfera.
“No lo ves. Es solo aire rápido moviéndose hacia aire lento y viceversa”, reza en la publicación. Los radares detectan las turbulencias de las tormentas pero no en aire despejado. Lo que sí pueden ver es la estructura y la forma de la corriente en chorro, permitiendo su análisis a largo plazo.
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Este resultado no es conveniente para las aerolíneas. En Estados Unidos, las lesiones de pasajeros (que pueden llegar a fracturas, quemaduras graves y hemorragias internas), retrasos en los vuelos, daños y desgaste de los aviones les cuestan entre 130 y 450 millones de euros al año. Además, tiene un costo medioambiental, ya que los pilotos usan más combustible para evitar las turbulencias.
El transporte aéreo es menos seguro a causa del calentamiento global. Otro estudio estima que las turbulencias aumentarán entre un 9 y un 14% de media por cada grado en el futuro.
Imagen: aapsky