Hoy, millones de pedazos de basura espacial orbitan nuestro planeta. La mayor parte son objetos muy pequeños, como tuercas y tornillos que no tienen mayor importancia. Pero también hay una cantidad muy valiosa de satélites espaciales ‘muertos’ orbitando nuestro hogar, y la agencia estadounidense de investigación avanzada para proyectos de defensa (DARPA, en inglés) quiere reciclarlos.
En DARPA estiman que en la actualidad hay un número de satélites en órbita sincronizada que en total pueden llegar a valer unos 300.000 millones de dólares en valor, y una porción significativa de ellos está dañada. En otras palabras, muchos de estos satélites están ‘muertos’, fuera de servicio.
Si se tiene en cuenta que el costo de lanzar un satélite nuevo al espacio ronda los 22.000 dólares por kilogramo, el ‘Sistema Fénix’ –como DARPA ha denominado su nuevo proyecto– podría revolucionar la manera como tratamos la chatarra espacial (o al menos cuando se trata de satélites de comunicación), con la ventaja añadida de darle una gigantesca red de antenas orbitales al gobierno de Estados Unidos.
La idea principal es que de todos los satélites viejos que hay en el espacio solo algunas piezas fundamentales valen la pena, y el resto se puede desechar (aunque no se ha explicado muy bien como en DARPA planean deshacerse de esas piezas de sobra, y la sospecha es que volverían a hacer parte del anillo de chatarra espacial).
Es como si se tratara de un automóvil en pérdida total. Lo que no sirve es chatarra, y se restauran las piezas que pueden ser útiles en otro automóvil. Pero el Sistema Fénix es un poco más avanzado que eso, ya que toda la mano de obra hay que hacerla en el vacío espacial.
Y allí está la magia del proyecto. DARPA va a intentar diseñar un estilo de satélite tendero, equipado con las herramientas y tecnologías necesarias para poder llevar a cabo sus tareas de reparación.
Por separado, va a lanzar una nave de carga llena de minisatélites (satlets, en inglés), o centros de control de un satélite tradicional (la parte pequeña que normalmente se encuentra en el centro de las antenas y los paneles de luz solar de mayor tamaño), que hoy son mucho más pequeños que sus antecesores de décadas pasadas.
Lo que pasa es que cuando un satélite sale de servicio, normalmente es a causa del fallo de solo uno de sus sistemas primarios. Usualmente es un componente simple que sería fácil de remplazar si hubiese un sistema de reparación práctico como el que propone DARPA.
En el peor de los casos, hay que cambiar todo el centro de componentes (o el cuerpo) del satélite. Pero esto también resulta en un ahorro, ya que los componentes más caros y complicados de subir a la órbita son las antenas y los paneles de energía de luz solar, por su tamaño.
Una vez el dispositivo haya sido reciclado, la intención de DARPA es reclamarlo como suyo y conectarlo a una red de fincas de comunicación, o satélites en órbita sincronizada que pueden actuar en conjunto, como una gran antena o varias antenas independientes. Efectivamente, estarían convirtiendo chatarra espacial en recursos espaciales, una idea brillante que sin embargo tiene muchos desafíos.
Como explica David Barnhart, administrador de programas de DARPA, “esto requiere nuevas tecnologías de imagen y robótica que puedan controlarse remotamente, además de herramientas especiales que agarren, corten y modifiquen sistemas complejos, ya que normalmente las uniones existentes de los dispositivos han sido soldadas o derretidas. Otro obstáculo es desarrollar nuevos procedimientos remotos que puedan sostener dos piezas juntas mientras un tercer ‘brazo’ robótico pueda unirlas con una tercera parte, como un sello, y todo sin gravedad. Para una persona que opere esos robots, la complicación es similar a tratar de armar varios Legos vía control remoto al mismo tiempo, pero mirándolos desde distancia con un telescopio”.