Un grupo de científicos de la Universidad de Nuevo México, de la Universidad Estatal de Arizona y del Centro Espacial Johnson de la NASA, dio a conocer los resultados de un estudio hecho a un meteorito ígneo de 4.565 millones de años, el más antiguo que se ha encontrado en toda la historia, al que llamaron NWA 11119 (por la sigla en inglés de Noroeste de África), ya que fue descubierto en Mauritania, en diciembre de 2016.
Los datos del descubrimiento fueron publicados en Nature Communications, en un artículo que explica que el meteorito, que ahora está en un museo de minerales y gemas, en Maine, tiene altos niveles de sílice, lo que es evidencia de que las rocas ricas en ese químico se formaron en planetesimales durante los primeros 10 millones de años del sistema solar.
¿Qué es un planetesimal?
Para explicarlo de forma sencilla: en una primitiva nebulosa de gas y polvo hay objetos sólidos de gran tamaño que actúan como núcleo y atraen más objetos sólidos de menor tamaño, lo que forma un planetesimal, que muchos años más tarde se convertirá en planeta. La nebulosa de gas y polvo acaba por ser un sistema solar.
Es por eso que la edad del meteorito no es un dato menor: los científicos consideran que el sistema solar se formó hace unos 4.600 millones de años, por el colapso de una nube de gas y humo, como explica un artículo de la Universidad de Nuevo México, por lo que un meteorito cercano a esa edad tiene mucha información que da luces sobre el origen de esta parte del Universo.
“No solo es un tipo de roca extremadamente inusual, sino que nos dice que no todos los asteroides tienen el mismo aspecto. Algunos se parecen a la corteza de la Tierra porque son de color claro y están llenos de SiO2 [sílice]. Estos no solo existen, sino que se desarrollaron durante uno de los primeros eventos volcánicos que tuvieron lugar en el sistema solar”, explicó Carl Agee, profesor y director del Instituto de Meteorito de la Universidad de Nuevo México.
Para descubrir que no se trataba de una roca formada en la Tierra, Poorna Srinivasan, estudiante graduada y autora principal del artículo sobre el NWA 11119, hizo un análisis químico e isotópico del meteorito en el laboratorio del Centro de Isótopos Estables (CSI) de la Universidad de Nuevo México, con el que descubrió que efectivamente era de origen extraterrestre, pero proveniente de algún lugar de nuestro sistema solar.
Imágenes: Universidad de Nuevo México y WikiImages (vía: Pixabay)