Para una especie como la nuestra, de costumbres sociales, que necesita del contacto humano para prosperar, crear una familia, divertirse, trabajar y tener una vida tranquila y alegre, la soledad puede llegar a ser una de las cosas más tristes, dolorosas y devastadoras que se pueden experimentar. “Las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la Tierra”, escribió, con mucha sabiduría, Gabriel García Márquez.
Por esa razón, uno de los castigos más crueles que puede haber en las prisiones para los reclusos con mal comportamiento es aislarlos, alejándolos por días, semanas o meses de cualquier contacto humano. No por nada Nelson Mandela dijo que “el aspecto más inquietante de la vida en prisión es el aislamiento. No hay principio ni final, solo tu propia mente, que a veces resulta engañosa”.
Pobres ratoncitos solitarios
Precisamente sobre lo que causa la soledad en el cerebro trata un estudio que realizó un grupo de neurólogos y neurocientíficos, de la Universidad Thomas Jefferson, en Filadelfia, y de la Universidad de Pittsburg, ambas en Estados Unidos. Los resultados de la investigación fueron publicados en el portal de la Universidad de Neurociencia.
Hasta ahora se sabía que la extrema soledad puede causar en una persona depresión, ansiedad, demencia y psicosis, entre otros trastornos. Sin embargo, este nuevo estudio permite ver un daño extra y más peligroso que la soledad causa en nuestro cerebro. Los investigadores usaron un grupo de ratones –que son animales sociales, como nosotros– y los pusieron en un recinto lleno de juguetes, laberintos y otras distracciones.
Luego de un tiempo, los científicos sacaron a algunos de esos ratones de ese hábitat y los aislaron en cajas de zapatos, sin compañía de otro roedor. Los investigadores descubrieron que los ratones mostraban una disminución del 20% de sus neuronas por cada mes de soledad.
Para leer más sobre ciencia, ingresa a este enlace.
Sin embargo, también mostraron un aumento en las dendritas, una parte de las neuronas encargada, entre otras cosas, de recibir y transmitir estímulos. Por tanto, se concluyó que, después de un prolongado tiempo en soledad, el cerebro crea una mayor sensibilidad a los estímulos para salvarse de los peligros. O sea, crea independencia. Pero, luego de tres meses de aislamiento, esas dendritas también comienzan a disminuir, a velocidades alarmantes.
Por otro lado, el prolongado período de soledad en los ratones les causó una disminución en una proteína asociada al crecimiento de las neuronas e incluso se descubrió que los ratones presentaban defectos en su ADN. Además, los investigadores descubrieron que el aislamiento prolongado también causa daños en las partes del cerebro encargadas de las funciones motoras, o sea, de realizar movimientos.
En los humanos, la cosa puede ser similar
Aunque no se sabe realmente cuántos de estos cambios pueden pasar de las misma forma en el cerebro humano, es muy probable que, debido a que las estructuras cerebrales de los ratones y los humanos son similares, el daño sea parecido. El estudio no establece cómo afecta la soledad al comportamiento de los individuos y los investigadores planean hacer más estudios.
Esto deja en duda la frase esa de que la soledad no mata a nadie. De hecho, si no lo hace, lo pone a vivir una vida horrible. Así que, si tienes un amigo con el que no hablas hace rato y de que estás alejado por alguna pelea sin sentido, es hora de que dejes el orgullo a un lado y lo saludes. Puedes ser el héroe del día salvando dos vidas: la tuya y la suya. Recuerda la frase de Viggo Mortensen, personificando a Tony Lip en la Mejor película de los Óscar ‘Green Book’: “el mundo está lleno de personas solitarias esperando a dar el primer paso”.
Imágenes: Yodiyim, MarquesPhotography y Siphotography (vía iStock).