La idea de muchos usuarios en redes sociales es vender una idea de vida perfecta. Muy pocas personas publican cosas tristes o feas de su vida, porque en general está mal visto y suele conllevar críticas o hasta rechazos. Por esa razón, plataformas como Instagram o Facebook están plagadas de fotos de gente de fiesta, en conciertos, de paseo, sonriendo, haciendo ejercicio, con los amigos, con la pareja… en fin, pasándola bien.
Las redes sociales son, generalmente, apariencia y nada más. Una fachada alegre de una vida que tiene altibajos, como todas. No estoy juzgando, está bien. Nadie vende un producto mostrando sus desperfectos. Toda esta introducción es realmente para hablar de un estudio realizado por expertos de la universidad John Hopkins, ubicada en Baltimore, Maryland (Estados Unidos) y publicado en Journal Medical Association.
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La investigación buscaba establecer una relación entre las redes sociales y los programas de edición fotográfica con la autoestima y la aceptación de cirugías estéticas. Para ello encuestaron a 252 personas con una edad promedio de 25 años de edad (estaban entre los 18 y los 55 años), 184 de los cuales eran mujeres y 134, hombres.
A ellos les preguntaron cuánto tiempo pasaban en redes sociales, cuáles usaban, si usaban un programa para editar sus fotos, con qué frecuencia lo hacían y qué herramienta usaban. Además, se les pidió que hicieran un escalafón de su autoestima basado en la escala de Rosenberg, su forma de pensar sobre las cirugías estéticas y si estarían dispuestos a someterse a una.
Las redes sociales, una mina de oro para los cirujanos
La conclusión es que quienes usan los filtros de Tinder, Snapchat y YouTube aceptan con mayor facilidad someterse a una cirugía estética. Curiosamente, no pasa lo mismo con los que usan filtros de Instagram, que no aceptan la idea de cirugía estética en general, pero estarían dispuestos a considerar realizarse un tratamiento para mejorar su apariencia.
Además, los investigadores notaron que los índices más bajos de autoestima está en los usuarios de YouTube, WhatsApp y Photoshop, aunque los de estas dos últimas presentaron actitudes neutrales frente a la idea de cirugía estética.
Una conclusión general de todo el estudio es que las personas que usan redes sociales más visuales, en las que hay más posibilidades de comparar su apariencia con la de otros o su estética puede ser juzgada por alguna persona, son más propensas a preocuparse por cómo se ven y, por tanto, aceptarían de manera más sencilla realizarse una cirugía estética.
Aunque la investigación no es concluyente y tiene muchos limitantes, como que la población encuestada es muy joven o el número de encuestados es muy bajo, sirve como punto de partida para establecer lo que las redes sociales pueden causar en la autoestima de las personas.
Imágenes: Pedro Fernandes (vía: iStock)