Seguramente te ha pasado que vas por ahí y comienzas a ver rostros en todas partes. Si nos quedamos viendo una toma de corriente, vemos un par de caras sorprendidas o al ver un carro de frente nos parece que tiene un rostro formado por las luces y la parrilla. No creas que estás enloqueciendo, quítate la camisa de fuerza y deja que te expliquemos por qué pasa eso.En nuestro cerebro pasan cosas maravillosas todo el tiempo, sin que lo notemos, y una de ellas es la pareidolia. Se trata de un fenómeno sicológico que consiste en reconocer patrones en estímulos aleatorios y ambiguos, aunque no necesariamente solo caras, como explica el portal Psicología y mente.Aunque en algún momento se pensó que la pareidolia era un síntoma de la psicosis, los expertos descubrieron que realmente tiene un propósito práctico, aunque primitivo, por lo que es absolutamente normal ver caras en todo lado, como destaca el sitio web Quartz.
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De hecho, reconocer caras constantemente en objetos inanimados solo es una señal de que está funcionando bien tu giro fusiforme, una parte del cerebro encargada de reconocer rostros. La tarea del giro fusiforme no es tan fácil como suena: primero determina si un patrón puede tener algo parecido a rasgos faciales y, luego, le notifica a la parte derecha del cerebro para que calcule si en verdad se trata de un rostro o si solo tiene esa forma, pero no es una cara.
¿Eso pa’ qué sirve?
Según Quarz, muchos científicos, incluido el célebre Carl Sagan (conductor de la serie científica ‘Cosmos: A Personal Voyage’), los vinculan a nuestro instinto de supervivencia. Por ejemplo, pudo ayudar a descubrir un depredador escondido en la espesura selvática, lo que pudo salvar a muchos de nuestros antepasados primitivos. Esa función también puede ser de ayuda para nuestra naturaleza social, para descubrir si alguien es amable o no, si puede ser nuestro amigo o, incluso, a los bebés les ayuda a reconocer rostros adultos y sonreír con ellos. De hecho, los niños comienzan a experimentar la pareidolia desde los 8 meses de edad. Eso sí, que un infante vea un rostro amigable en un tomacorriente puede hacer que su instinto de supervivencia se confunda con su habilidad social y la cosa puede ponerse muy fea.Imágenes: iStock