Bogotá enfrenta una creciente problemática de contaminación acústica, que afecta la calidad de vida de sus habitantes y genera diversos problemas de salud. Según informes de la Policía Nacional, las denuncias por ruido han aumentado un 17% en el último año, lo que evidencia la magnitud del problema.
Las localidades más ruidosas
Si bien el ruido afecta a toda la ciudad, algunas localidades se destacan por sus altos niveles de contaminación acústica. Kennedy, Engativá, Suba, Chapinero y Usaquén lideran la lista, con niveles que superan con creces lo recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El ruido en Bogotá proviene de diversas fuentes:
- Tráfico vehicular: el constante flujo de vehículos, con sus motores, bocinas y frenos, genera una contaminación acústica permanente.
- Industria: las fábricas y talleres, muchas veces ubicadas cerca de zonas residenciales, producen ruidos molestos que afectan a los vecinos.
- Comercio: bares, restaurantes, discotecas y otros establecimientos comerciales contribuyen al ruido, especialmente durante la noche.
- Eventos: conciertos, eventos deportivos y otras actividades masivas generan altos niveles de ruido que afectan a las zonas aledañas.
- Construcción: las obras en la ciudad, con sus maquinarias y herramientas, producen ruidos que perturban la tranquilidad de los ciudadanos.
- Fiestas y reuniones: la música a alto volumen y las reuniones ruidosas en viviendas afectan la convivencia y el descanso de los vecinos.
La exposición prolongada al ruido tiene consecuencias negativas para la salud, tanto física como mental. Entre los principales efectos se encuentran, problemas auditivos como pérdida de audición, tinnitus (zumbido en los oídos) y otros trastornos; estrés, ansiedad, irritabilidad, insomnio y depresión.
Problemas cardiovasculares: aumento de la presión arterial y mayor riesgo de enfermedades cardíacas y disminución del rendimiento, dificultad para concentrarse, fatiga y bajo rendimiento en el trabajo o los estudios.
Para combatir la contaminación acústica en Bogotá, se requieren medidas integrales que involucren a las autoridades, las empresas y la ciudadanía en general.
Este informe, elaborado por la Universidad de San Buenaventura, sede Bogotá, ofrece una visión detallada de la Ley contra el Ruido, una iniciativa que busca mejorar la calidad de vida de los colombianos al abordar la problemática de la contaminación acústica.
Daniel Jara, director del programa de Ingeniería de Sonido de la U. de San Buenaventura, junto con el profesor Jorge Useche, analizaron la propuesta y destacaron que a través de la regulación del ruido ambiental, el control del ruido intradomiciliario y el fortalecimiento de las sanciones, se espera generar un ambiente más tranquilo y saludable para todos.
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Sin embargo, Jara y Useche señalan la importancia de abordar las deficiencias que aún presenta la iniciativa, como la falta de claridad en la definición de “calidad acústica integral” y la necesidad de ampliar los plazos para la implementación de la ley.
Además, los expertos de la San Buenaventura hacen hincapié en la necesidad de incorporar la dimensión de la ecoacústica y la bioacústica en la ley, para comprender y mitigar el impacto del ruido en la fauna y flora. Esto implica incluir metodologías para evaluar los efectos del ruido en el comportamiento animal, la comunicación y los procesos ecológicos. Solo a través de un enfoque integral que considere tanto el bienestar humano como la protección de los ecosistemas, la Ley contra el Ruido podrá alcanzar su máximo potencial y contribuir a la construcción de un país más sostenible y armonioso.
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