Fisiculturista que quiso parecerse a Hulk casi pierde los brazos

No. No les estoy hablando del futbolista brasilero Givanildo Vieira de Sousa, delantero del Zenit ruso y de la Selección de Brasil, más conocido como ‘Hulk’. Pero sí de un compatriota suyo: Romario Dos Santos Alves, un fisicoculturista que se inyectó Synthol –una mezcla de alcohol y aceite– para agrandar sus músculos, lo que casi le cuesta la amputación de sus brazos.

Hace tres años, en busca de convertirse rápidamente en un fisiculturista, el joven, que gozaba de “un cuerpo atlético y buenos abdominales –según palabras de su novia–, cayó ante la adicción de inyectarse sus músculos para hacerlos crecer exponencialmente y a un ritmo mucho más acelerado de lo normal, como ocurriría rutinas de ejercicio y dietas ricas en proteinas.

Sus bíceps llegaron a tener un diámetro de 63 centímetros debido a la sustancia que se inyectaba viciosamente en su cuerpo. Infortunadamente, su adicción le cobró factura: “la única solución es amputarte los brazos”, le dijo una vez un doctor que lo vio, pues dentro de los brazos de Romario se habían formado ‘rocas’ por el synthol.

Sin embargo, la medicina logró salvarle sus brazos, pues fue posible remover aquellas rocas. A pesar de los malos ratos, Romario aún persigue obstinadamente el sueño de ser un grande en el mundo del fisiculturismo.

“Algunas veces los niños se me acercaban y me decían que me parecía a Hulk. Me abrazaban y me pedían una foto”, cuenta.

Imagen: Captura de pantalla

Juan Felipe Guerrero C.

Juan Felipe Guerrero C.

Mi alma máter es la Universidad de La Sabana. Allí me gradué de Comunicación Social y Periodismo. Soy un sujeto apasionado por la industria automotriz, la cinematográfica y la musical. Fervoroso admirador del Capitán Haddock, y eterno enamorado del Ford Mustang y de Cara Delevigne.

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