Tiro al aire: Del ‘Homo Sapiens’ al ‘Homo Wazens’

Waze
Waze no le gusta al macho que muchos llevan dentro.

Opinión ENTER.CO

 

 

—¿Tiene alguna ruta en especial?

—La que diga Waze

Esta conversación se repite a menudo cuando tomo un taxi o un Uber.  Y parece que a los conductores les molestara la petición. Que les ofendiera la insinuación de que Waze sabe más que ellos. Que les doliera que, a pesar de los años que llevan detrás del volante, un algoritmo con voz de mujer (o de R2D2 o de Arnold Schwarzenegger) es más efectivo para saber por dónde ir.

¿Cuál es el resultado de esa terquedad? Según un estudio financiado por el Departamento de Transporte de Estados Unidos, el 40% del tiempo que pasa la gente en sus carros se debe a errores de ubicación. Si la forma de evitarlo es tan sencilla, ¿por qué tanta gente le tiene fastidio?

En parte, puede que ser porque recibir instrucciones de cómo llegar lastima su orgullo de macho: en mi –muy poco científica y puramente anecdótica– experiencia, los únicos que dejan escapar una mueca de disgusto con Waze son hombres. No todos, claro, pero nunca me ha tocado una mujer que parezca molesta porque le sugiero usar la aplicación.

Waze
Waze no le gusta al macho que muchos llevan dentro.

Varios psicólogos han especulado sobre las razones por las que a los hombres no nos gusta pedir indicaciones: somos formados para ser independientes y no nos gusta que nos digan qué hacer, tenemos un sentido de la ubicación más abstracto y menos basado en referencias reales –es decir, nos gusta contar kilómetros y cuadras en lugar de buscar lugares específicos–, o no nos gusta parecer débiles frente a los demás pasajeros, sobre todo si son mujeres.

Pero también creo que tiene que ver con algo más profundo. Un equipo de investigación noruego, por ejemplo, postuló hace poco que el desarrollo de nuestra capacidad de orientación fue crucial para que nuestros antepasados cazadores fueran exitosos en su labor, y un estudio de la Universidad de Utah dice que los hombres que desarrollaron un mejor sentido de orientación tuvieron mejores posibilidades de reproducirse.

La tecnología realiza mejor que nosotros algunas tareas que están engranadas en nuestra mente porque fueron cruciales en nuestra evolución como especie. Ese es el nivel en el que las apps y los smartphones se nos ‘metieron al rancho’. Gracias a eso algunas de nuestras experiencias humanas más profundas están cambiando radicalmente. Y no siempre va a ser divertido. Quizás nuestras ansiedades más ferales se sacudirán con nuevos bríos y tomarán formas que hoy desconocemos.

Lo que está detrás es una realidad a la que no le prestamos mucha atención: cuando usamos nuevas herramientas, nuestra mente cambia. Ese futuro de la ciencia ficción en el que el planeta está lleno de androides va a dejar de ser patrimonio de la fantasía. Tal vez no todos vayamos a ser ciborgs ni tendremos cuerpos de metal. Pero nuestra experiencia cotidiana, cada vez más, estará interrelacionada con los aparatos que carguemos y los programas de computador que usemos.

Esto no es un llamado a la nostalgia, ni mucho menos. Yo sí estoy feliz de ser un ‘homo Wazens’. Pierdo menos tiempo en el tráfico y me evito una que otra molestia: la combinación de testosterona e ignorancia casi nunca termina bien.

Imagen: montaje ENTER.CO

Tiro al aire es mi columna mensual en la revista ENTER.CO.

José Luis Peñarredonda

José Luis Peñarredonda

Un día me preguntaron sobre mis intereses y no supe por dónde empezar. Decidí entonces ponerlos en orden y dibujé un diagrama de Venn para agruparlos a todos: Internet, cine, periodismo, literatura, narración, música, ciencia, fotografía, diseño, política, escritura, filosofía, creatividad... Me di cuenta de que en toda la mitad de ese diagrama, en el punto en el que todos estos círculos confluyen, está la tecnología. Eso me llevó a ENTER.CO. Estudié Periodismo y Filosofía en la U. del Rosario. PGP: http://bit.ly/1Us3JoT

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2 comments

  • Hay que equilibrar, no se puede utilizar solo waze, aunque funciona muchas veces lo mete a uno en mas trancones que se forman, y cuando ya uno conoce el camino se aprende esas rutas alternas o entre barrios, toca establecer equilibrios y solo dejarnos llevar de herramientas que también fallan a veces la intuición y la experiencia funcionan mejor.

  • vale aclarar que no es que el programa sepa más que el usuario. el programa no sabe cuál es la ruta con más trancón. esos datos lo viven los usuarios, y si la herramienta se equivoca, son los usarios los que lo pagan. la cuestión es que cada usuario tienen una parte del conocimiento, y lo que hace la herramienta es recoger ese conocimiento colectivo y mostrarlo consolidado. así que en vez de pensar que la herramienta supo más, de pronto pensar en que la herramienta le mostró lo que entre todos los usuarios lograron encontrar como conocimiento

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