El live action de One Piece es uno de los proyectos más interesantes… y polémicos de Netflix. Seamos honestos, este tipo de adaptaciones nunca han sido populares y este servicio de streaming, en particular, tiene un mal historial con los live action (todavía no le perdonamos su versión de ‘Death Note’). Hace poco finalmente tuvimos un vistazo al primer trailer del show y… sin duda es algo diferente a lo que muchos podrían estar esperando. Quizás uno de los cambios más importantes está en la personalidad de muchos de los personajes de la tripulación, siendo Nami y Luffy los más evidentes.Pero aquí está lo extraño. El que el live action de One Piece cambie la personalidad de sus personajes es lo que más me despierta fe en el show.
Es necesario humanizar One Piece
Cualquier persona que haya leído One Piece sabe que uno de los centros de su éxito está en sus personajes. Cada uno de ellos es reconocible después de un par de capítulos por su voz, gestos, actitud y personalidad: desde la capacidad de Zoro de perderse en cualquier lado hasta los niveles inhumanos de idiotez de Luffy. Así que proponer un cambio en una de las razones por las que la historia de Eiichiro Oda es legendaria parece contradictorio.Pero el problema está en que estas características funcionan en el anime, no en un live action.Por ejemplo, la estupidez de Luffy sirve un propósito en el anime y manga porque le da un tono caricaturesco al personaje. Oda, por ejemplo, es bastante conocido por ser un maestro en las expresiones faciales exageradas y la manera en la que se comporta su protagonista es una extensión de este sentido del humor que maneja.
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Pero además de todo esto funciona porque el Luffy que vemos sigue siendo una caricatura, así que estos comportamientos, expresiones o personalidad se ajustan a lo que esperamos y lo que podemos disfrutar.Sin embargo, poner este mismo nivel de personalidad en un ser humano de verdad… simplemente no funciona. La mejor manera de ejemplificar este problema es que imaginen a ese amigo/conocido suyo que intenta copiar los mismos ademanes de un personaje anime y que en vez de verse cool termina siendo… extremadamente incómodo de ver.En vez de eso, lo que necesita hacer el live action de One Piece es humanizar a sus protagonistas para que resulten interesantes y complejos, pero no de la misma manera que lo hacen la historia de Oda (A través de historias de trasfondo) sino al entregarles características que sean más similares a las que podemos encontrar en las personas reales.Es interesante ver cómo el Luffy del live action se siente más como un adolescente común embarcándose en la aventura. Es un sentimiento similar al que tiene el protagonista, pero que se hace más realista por la manera en la que Iñaki Godoy se presenta como un líder jóven, inocente y de buen corazón, pero con una decena más de neuronas que el protagonista del anime.
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Lo mismo aplica para Nami, que se muestra como una chica más brusca, directa y aventurera. No, no se trata de un intento de hacer ‘woke’ a One Piece, sino de la misma manera de humanizar al personaje y darle un rol diferente en una serie que parece querer contar una aventura similar, pero con herramientas diferentes.Si algo, el live action de One Piece parece tener el corazón en el lugar correcto. El adelanto está lleno de referencias y pequeños detalles que comprueban que hay interés en traer a un nuevo público o, al menos, no decepcionar a los fans del anime. Modificar a sus personajes es un paso correcto para que el show sea algo más que una parodia del anime (que es, precisamente, el problema que tuvo el live action de ‘Cowboy Bebop’).El Live Action de One Piece cambia la personalidad de sus personajes. Y cuando lo piensas eso es algo bueno.Imágenes: captura de pantalla ENTER.CO y Netflix