El Mundial 2026, atraviesa un panorama incierto donde la política y el deporte se entrelazan. Aunque Estados Unidos, México y Canadá fueron designados como anfitriones, la influencia de Donald Trump sobre la FIFA y las tensiones comerciales han puesto en duda la seguridad de las sedes.
La historia comenzó en 2018, cuando la FIFA otorgó la organización del torneo a estos tres países. Trump no tardó en apropiarse del anuncio como un triunfo personal.
Desde entonces, ha recibido a Gianni Infantino en varias ocasiones, lo ha elogiado públicamente e incluso lidera un comité especial creado para la planificación del Mundial. Su influencia es innegable y, con el 75% de los partidos programados en Estados Unidos, las alarmas se han encendido. ¿Podría Trump buscar que más partidos se jueguen en su país?.
En una reciente ceremonia, Infantino respaldó la creación del ‘Task Force’ mundialista en la Casa Blanca, dejando entrever que el gobierno estadounidense jugará un papel clave en la seguridad y la logística del evento. Cuando le preguntaron a Trump si las tensiones con Canadá y México afectarían el torneo, su respuesta fue directa: “Creo que lo harán más apasionante”.
Los aranceles, ¿el arma de Trump?
Más allá de la disputa por las sedes, otro factor que podría complicar el escenario son los aranceles. En el pasado, Trump ha utilizado la política comercial como herramienta de presión, y no sería descabellado que aplicara esta estrategia en el contexto del Mundial.
Un aumento en los aranceles a productos mexicanos o canadienses podría generar fricciones que se reflejen en la organización del torneo, afectando la infraestructura, la logística e incluso la presencia de patrocinadores clave. Esto podría traducirse en retrasos en obras, mayores costos de operación y hasta restricciones de movilidad para jugadores y aficionados.
Con este escenario, México debe moverse con rapidez. Primero, garantizar que cumple con los requisitos que la FIFA impuso desde 2017: seguridad, visados, impuestos y venta de boletos. Gabriela Cuevas, responsable del comité mexicano, tiene la tarea de acelerar gestiones con distintas dependencias. Segundo, los gobiernos de Jalisco, Ciudad de México y Nuevo León deben asegurarse de que sus estadios estén listos.
Mientras el Estadio Azteca avanza sin contratiempos, Monterrey enfrenta problemas de infraestructura y contaminación, y Guadalajara podría verse afectada por la violencia en el Estadio Akron.
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México necesita un respaldo sólido dentro de la FIFA, y las grandes marcas patrocinadoras, como Adidas, Coca-Cola y Visa, que ya tienen intereses significativos en el país, podrían convertirse en aliados clave en este proceso.
Con el sorteo de partidos por sede programado para finales de año en Las Vegas, el tiempo es limitado. Para que el Mundial 2026 no sea verdaderamente de Norteamérica, México debe jugar estratégicamente sus cartas y evitar cualquier maniobra que lo deje fuera.
Si bien Canadá ha mantenido una postura diplomática y estable en la organización del torneo, no está exento de riesgos. La relación de Trump con el primer ministro Justin Trudeau ha sido tensa en el pasado, y cualquier disputa comercial podría traducirse en problemas para las sedes canadienses.
Para blindarse, Canadá debe reforzar su compromiso con la FIFA en términos de infraestructura y logística. Ciudades como Toronto, Vancouver y Edmonton deben garantizar que los estadios cumplan con todos los estándares exigidos. Además, el gobierno canadiense debe negociar con la FIFA y con sus aliados comerciales para asegurarse de que no haya cambios inesperados en la distribución de los partidos.
Al igual que México, Canadá también necesita apoyo de los patrocinadores clave. Empresas como Visa y Coca-Cola, con fuerte presencia en el país, pueden desempeñar un papel crucial en la defensa de sus sedes. En un escenario donde la presión de EE.UU. es latente, Canadá debe estar listo para defender su lugar en el Mundial 2026 con una estrategia bien articulada y una diplomacia activa.
Imagen: Creada con IA / Gemini
