Se acabó Naruto, pero todavía lo pueden conocer

Es difícil engancharse con una serie muy larga. Cuando pequeño veía la saga de ‘Dragon Ball’ y la de ‘Caballeros del Zodiaco’, pero cuando paré de verlas, nunca sentí la necesidad de volver a ellas. Cuando tuve acceso al canal Locomotion comencé a disfrutar de que las series fueran cortas, entre 13 y 26 capítulos como se presentan actualmente. Pero hay dos que siempre visito una y otra vez: ‘Pokémon’ (porque, como muchos lectores saben, amo esos bichos), y ‘Naruto’. Y la relación que tengo con ‘Naruto’ es especial, porque es de rachas de ver mucho, de parar, de retomar unos 30 capítulos antes y volver a actualizarme con ‘rellenuto’ y todo.

Ahora que llegó el final de ‘Naruto’ en el manga siento un vacío, porque sé que también llegará un punto en que llegaré al final de la serie. Todavía falta un buen tramo para acabar –si se tiene en cuenta el relleno que comenzarán a dar– pero se va a acabar. Y para poder disfrutar un poco más comencé a repetir toda la serie, pero desde la semana pasada a esta ya voy en el capítulo 50, y siento que los 600 y pico que ya salieron no me van a durar mucho. Actualizarse en una serie así es difícil, y más si ya está tan avanzada. Pero es de aquellas series a las que hay que darle una oportunidad, así sea tomándose su tiempo, así sea viendo dos o tres capítulos en cada momento de vagancia total.

Mi razón para ver ‘Naruto’ es sencilla y algo cursi: nos enseña a sonreír y seguir adelante. Naruto es un chico huerfano de la aldea de la hoja, que por tener una bestia peligrosa que casi destruye a su pueblo, fue rechazado durante su infancia. Sin embargo él nunca siente ira contra el mundo, y por el contrario lucha por un objetivo: ser el Hokage (como rey de la aldea) para que todos lo reconozcan y lo aprecien. Yo soy muy pasional en ese sentido, y me encanta que una serie promueva el valor de soñar, de dar lo mejor para crecer más. Y con ese comienzo, ‘Naruto’ se volvió una de mis series favoritas desde que comencé a verla en 2005.

Pero luego la serie se encargó de enseñarme algo más valioso: el odio genera más odio, y por eso necesitamos encontrar una forma de aliviar el odio de los demás y el nuestro con apoyo para generar una comunidad más pacifica. Y viviendo en un país donde la violencia y la inseguridad es pan de todos los días, siento que esa es la visión que me gustaría que todos tuvieran. Es algo que solo es posible en la fantasía, y sé que no se dará. Pero es bonito pensar que es posible.

Es una razón de sentimiento; no creo que ‘Naruto’ sea una joya técnica. A veces la animación es floja, los capítulos de relleno tienen momentos en que dispersan la atención de la historia principal y otras fallas por el estilo. Pero es una joya que enseña, que crece junto al espectador, que trata temas pesados, que sabe cómo emocionarnos, y que nos inculca constantemente que lo más importante es seguir adelante y nunca desviarnos de nuestro camino ninja.

Así que los invito a ver la serie, a leer el manga. En Netflix está todo hasta cuando Orochimaru (uno de los villanos fuertes) se enfrenta con el Tercer Hokage y luego se va con Jiraiya. Y en Crunchyroll está todo Shippuden (cuando Naruto ya está grande) hasta la fecha.

Imagen: Shoonen Jump, Screenshots ‘Naruto’ y ‘Naruto Shippuden’ (via Naruto Wiki)