Netflix presentó la semana pasada el primer ‘talk show’ propio de la plataforma. Conducido por Chelsea Handler, la estrella que en el pasado salía en E! Entertainment, empezó a trabajar con Netflix desde haces unos meses con otros especiales como ‘Chelsea Does’ o ‘Chelsea Handler: Uganda Be Kidding Me’
De hecho, como cuenta Fast Company, fue la propia Handler quien en una fiesta de los premios Óscar de Vanity Fair, se le acercó a Ted Sarandos, director de contenidos de Netflix, mientras él estaba conversando con su esposa. Allí, el ejecutivo recuerda: “Ella me preguntó si yo era ‘el tipo’ de Netflix. Me hizo muchas preguntas. Estaba muy intensa al respecto. Quería saber cómo funcionaban las cosas y cómo Netflix era diferente”.
En ese momento, Chelsea todavía estaba como conductora de su programa en E!, ‘Chelsea Lately’. Luego de reuniones más formales, la plataforma decidió apostar por ella y por eso, hoy tenemos su propio ‘talk show’ llamado simplemente ‘Chelsea’.
Aunque personalmente su primer episodio no me gustó para nada, es imposible desconocer los retos que la plataforma de streaming enfrenta y despliega con el lanzamiento de este programa. De hecho, tuvimos la oportunidad de hablar con Tracy Wright, directora de operaciones de contenido de Netflix, quien nos contó un poco sobre lo que significa el show y los retos tecnológicos detrás del mismo.
En primer lugar, al mostrarse en 190 países, imaginarán que el proceso de traducción tiene un costo muy alto. Más allá de la traducción en 20 idiomas también es importante hacer una selección de contenidos que sean humorísticos para toda la audiencia. Para lograr una traducción óptima, buscaron traductores y expertos en lingüística para poder entender y traducir el tipo de humor de la comediante.
Luego, vino un proceso mucho más tecnológico, que en términos de la plataforma se llama ‘respeaking technology’. Wright me explicó que se trata de una transcripción simultánea, que una vez se termina el programa, se edita y se convierte en una plantilla en inglés, la cual se envía a los traductores, quienes hacen las correcciones pertinentes. “Una vez se graba, hay 12 horas para hacer todo el proceso de traducciones en los 20 idiomas”, explicó. También hay un equipo que ve los episodios en vivo y reconoce frases y referencias culturales que deben traducirse de manera correcta en los diferentes idiomas.
Le pregunté a Wright por qué Netflix había decidido volver a un formato un poco más tradicional, en donde se sigue un programa con un horario fijo y con episodios limitados por semana, en lugar de continuar con la propuesta innovadora de presentar todos los episodios de una vez y me dijo que justamente el formato del ‘talk show’ es muy diferente al de una serie: “Ver una película o una serie de televisión es como leer un libro, capítulo a capitulo. En cambio, un ‘talk show’ es más como una revista. Las personas interactúan con él y esto hace que podamos ofrecer una experiencia muy intuitiva”.
De hecho, si uno se mete a ver la lista de episodios del show en Netflix, estos van a salir en orden invertido, es decir, vas a tener primero el episodio más reciente y el piloto al final. Esto hace que se destaque el contenido más reciente.
Entonces, además de estos desafíos técnicos, ¿cuál es la diferencia entre este ‘talk show’ y el resto? “Creo que la diferencia principal son los temas que Chelsea elige y en los que ella está interesada. Es justamente la curiosidad de Chelsea la que hace que el gran diferencial. A medida que Chelsea aprende, tú también aprendes. Su humor y todo lo que ella realmente quiere hablar, como lo quiera decir”, contó Wright.
A pesar de que le pregunté a Wright si ella tenía contacto directo con Chelsea para saber realmente cómo es trabajar con ella y qué tan audaz es su personalidad, me dijo que no tanto como quisiera.
Imagen: Netflix (vía Facebook).