Los filtros de belleza: una de las peores consecuencias del fenómeno “selfie”

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Durante las últimas semanas ha habido una tendencia tanto en Instagram, como en TikTok, de videos en los que se muestran las reacciones (supuestamente genuinas) de hombres adolescentes y mujeres jóvenes probando los filtros de belleza de ambas redes sociales. Y digo genuinas, puesto a que hay videos en los que incluso se utilizan audios que ya se han probado en otros videos, lo que supone que quien se graba ya ha hecho un par de ensayos previos, para poder sincronizar sus labios con el audio de su video definitivo.

El detalle no es ese, el detalle es que pareciera que con cada video que se publica se estuviera llevando a cabo, al mismo tiempo, una especie de duelo entre la autoestima y lo que puede considerarse “bello” dentro de las redes sociales: una batalla para vencer la aparente presión entre subir un contenido con filtro, o publicarlo al natural.

 

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El Instituto Tecnológico de Massachusetts analizó el fenómeno de los filtros, teniendo en cuenta su evolución con el tiempo y la apropiación que han logrado en las plataformas que los ofrecen. El uso de estos ha incrementado tanto que, en menos de una década, se ha logrado cambiar la percepción que se tiene sobre los mismos.

Para esto basta con recordar cómo en la era en la que Snapchat irrumpió en nuestros celulares. Entre los años 2011 y 2013, cuando se acuñó el término “selfie”, los filtros se usaban por diversión; pero en la actualidad, pese a que aún se siguen usando para ese fin, también se asocian en gran parte con la mejora estética de una foto o video, y de una persona misma. Basta con ver  las distintas opciones, bien sea en Instagram o en TikTok, para llevarse la sensación de que hay una especie de competencia por ser la plataforma que ofrezca la mejor edición automatizada de rostros.

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De acuerdo a la MIT Technology Review, “los filtros podrían ser el producto de realidad aumentada con mayor uso” de Internet; los datos publicados en la revista sostienen que al menos 600 millones de personas usan a diario esta tecnología en las redes sociales de Meta.

Los filtros están hechos con Inteligencia Artificial capaz de identificar rasgos faciales y cambiarlos en tiempo real, según las reglas estéticas de sus propios creadores. Y aunque aún no hay estudios contundentes respecto al impacto que estos puedan tener en las audiencias más jóvenes y especialmente en las adolescentes, aún cuando hay cifras que muestran que el 90 % de las personas jóvenes en países como EE.UU, Francia y el Reino Unido, usan productos de realidad aumentada, sí se han divulgado sus riesgos y algunas consecuencias como el aumento de pacientes que, en algunos territorios, ya comienzan a pedirles a los cirujanos plásticos llevar a cabo procedimientos quirúrgicos basados en la edición realizada por un filtro que a veces puede rayar en lo irreal.

Esa distorsión del físico propio conocido como dismorfia, para el MIT es consecuencia de “la cultura de las selfies”: fenómeno que se ha vuelto tan popular a lo largo y ancho del mundo, que solo una quinta parte de Meta (es decir, cerca de 10.000 empleados) están dedicado únicamente a perfeccionar herramientas de realidad aumentada que, en efecto, puedan hacer “más divertido” o “más bello” el individuo que se graba a través de un celular.

Imágenes: Photo by Laura Chouette on Unsplash

Andrea Mercado

Andrea Mercado

Por los libros y la escritura me volví periodista, y por la música, locutora. Conversadora profesional. Curiosa, analítica y apasionada por la ciencia, la educación y la cultura. Pianista y pintora en mis tiempos libres. Graduada de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad Pontificia Bolivariana. He publicado en Vivir en El Poblado, Rockal.co, Hora 13 Noticias y La X Medellín.

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