En el 2020 se supo que Facebook había comprado a Giphy por US$400 millones para poder ofrecer su galería en el catálogo de Instagram. Sin embargo, a finales del 2021, la Autoridad de Competencia y Mercados (CMA) del Reino Unido, concluyó que la transacción representaba una práctica no competitiva y ordenó a la ya renombrada Meta que debía vender el sitio web especializado en la creación de GIFs. Pero la compañía de Zuckerberg no se ha desprendido de su nueva adquisición, por lo que las autoridades británicas han decidido presionar al gigante tecnológico hasta que cumpla.
La modalidad para acelerar el proceso de venta de Giphy, al parecer ha sido el cobro de las multas millonarias que en ese país han caído sobre la empresa. La más reciente, por ejemplo, alcanzó el millón y medio de libras esterlinas (lo cual al cambio son aproximadamente US$2,2 millones de dólares), que se cobraron como penalidad a la compañía “por no informar a los reguladores sobre la salida de tres empleados claves”. ¿Cuál es el problema con esto? Que el dato, de acuerdo al director senior de Fusiones del organismo británico, Joel Bamford, hacía parte de la información que Meta estaba obligada a entregar a la CMA, pues involucra cambios importantes en el personal.
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Sin embargo, esta no es la primera muta que el regulador británico impone sobre la empresa de Mark Zuckerberg desde que Giphy está en el medio de la discusión. De acuerdo a Bloomberg, durante el último año las penalidades han superado los US$67 millones de dólares por incumplir compromisos con la CMA, lo que se ha entendido como una estrategia para acorralar a la casa matriz de Facebook hasta que ceda con Giphy.
La tensa situación entre el Reino Unido y Mark Zuckerberg pretende encontrar alguna salida el próximo 25 de abril: fecha en la que tendrá lugar una audiencia ante el Tribunal de Apelaciones de Competencia del Reino Unido, en donde Meta tendrá la oportunidad de demostrar por qué la que la adquisición de Giphy no representa una práctica anticompetitiva.
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