La toma del capitolio el pasado 6 de enero, ha creado olas que afectarán 2021. No es efecto que se limite a la política o incluso a los Estados Unidos, sino que se ha expandido a la Internet. Ayer, en un acto histórico, Twitter, Facebook y Snapchat bloquearon la cuenta del actual presidente de los Estados Unidos, Donald Trump.
En el caso de Twitter, la cuenta del presidente fue silenciada por 12 horas después de que fueran removidos dos trinos y un video en el que el presidente de los Estados Unidos se refería a las personas que ingresaron al capitolio como ‘muy especiales’. Facebook siguió el ejemplo de Twitter en remover el contenido y también bloqueo el perfil de Trump por 24 horas. El bloqueo de Snapchat a la cuenta del presidente es todavía mayor, con una suspensión temporal que solo podrá ser removida hasta que la red social así lo decida.
El presidente de una de las economías más grandes del planeta, bloqueado. 2021 no se guardó los puños para el final.
Se trata de un evento histórico. La razón más obvia, es porque es la primera vez que ocurre. Las cuentas de mandatarios de países gozan de un nivel particular de verificación que, si bien no les permiten romper las normas, sí hacen que sus contenidos sean considerados como especiales. Son voces públicas que merecen reconocimiento, razón por la que las redes sociales optan por no eliminar o bloquear su contenido, pues se considera que hacerlo afecta la opinión pública.
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La segunda razón por la que el bloqueo de cuentas es importante es porque sienta un precedente. Esta condición de ‘libre discurso’ ha permitido que perfiles políticos compartan información no verificada, de fuentes no confiables y noticias falsas sin mayores repercusiones. Bajo la bandera de ofrecer una perspectiva objetiva, perfiles como los de Trump han, en más de una ocasión, Re twitteado algún video de una conspiración o creado afirmaciones sin base en la realidad. El problema de las redes sociales es que estos contenidos se esparcen con mucha más eficacia, en especial entre aquellos que ya los creen, no verificarán los datos obtenidos o simplemente optarán por creer que todo lo demás es ‘fake news’.
No es un mal exclusivo de los Estados Unidos. En Colombia las bodegas de partidos políticos han creado un método a través del cual candidatos comparten información de portales creados para compartir información falsa o imágenes sin contexto de ‘vandalismo’ utilizando imágenes de eventos pasados o incluso que no pertenecen a Colombia. El caso de Trump es el más visible, pero su estrategia de esconderse detrás de una voz política pública es bien conocida y utilizada por otras figuras en las redes sociales.
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Quizás lo más importante que queda es la posibilidad de respuestas y acciones concretas contra perfiles que compartan información falsa, incluso si esta resulta ser la del presidente de los Estados Unidos. Desde hace años se ha pedido a plataformas como Facebook o Twitter que limiten el impacto de estos perfiles y que entiendan el rol que estos tienen en la creación de una democracia. En este mismo tiempo los servicios han prometido ‘acciones’ que se han limitado a etiquetas que tiene un propósito más didáctico que real.
¿Es posible que Twitter o Facebook terminen eliminando la cuenta de Trump? Poco probable. Sin embargo los eventos de este miércoles abren nuevamente el debate de si ciertos ciudadanos digitales, como el actual presidente de los Estados Unidos,