La próxima vez que estudies para un examen o para una presentación de trabajo, querrás hacer ejercicio unas horas después de terminar tus estudios. De acuerdo con una investigación publicada en Current Biology, la actividad física realizada cuatro horas después de aprender algo mejora la retención de la memoria, según reportó ArsTechnica.
De acuerdo con el estudio, los voluntarios que se ejercitaron cuatro horas después de hacer actividades de aprendizaje tuvieron mejores recuerdos de lo que aprendieron 48 después, comparados con aquellos que no se ejercitaron o aquellos que no lo hicieron después de aprender. El ejercicio luego de aprender podría estimular la secreción de moléculas que impulsan la habilidad del cerebro para consolidar y almacenar memorias a largo plazo.
Para el estudio, los investigadores pusieron a 72 voluntarios (sin ninguna enfermedad) a pasar 40 minutos aprendiendo la ubicación de 90 objetos en una pantalla. Luego, los investigadores le aplicaron una prueba a los participantes para ver qué aprendieron.
Posteriormente dividieron a los voluntarios en tres grupos. Un grupo procedió a hacer un entrenamiento de 35 minutos en una bicicleta de spinning. El segundo grupo procedió a descansar viendo documentales durante cuatro horas y luego comenzaron su entrenamiento. Y el tercer grupo solo vio los documentales y descansaron durante cuatro horas.
48 horas después de la primera prueba, todos los participantes tuvieron que volver a hacer el exámen para ver qué recordaban de lo que aprendieron. Los investigadores encontraron que al grupo que no hizo ejercicio y el que lo hizo inmediatamente después de la sesión, les fue casi igual en el test de memoria. En cambio el grupo que hizo ejercicio cuatro horas después tuvo mejores resultados que los demás. Los investigadores tuvieron en cuenta los resultados del primer test, para evaluar qué tanto había aprendido inmediatamente cada participante.
Para respaldar su descubrimiento, los investigadores también hicieron resonancias magnéticas de los cerebros de los participantes y revisan la actividad cerebral basada en el flujo de sangre. Las imágenes revelaron que cuando los participantes en el grupo que se ejercitó cuatro horas después estaban haciendo el segundo test de memoria, tenían patrones de actividad cerebral más fuertes en la zona del cerebro que impulsa la memoria, comparadas con las de los demás grupos.
El estudio no explica por qué el ejercicio retrasado (horas después de aprender) impulsa la memoria, pero los científicos especulan que se podría deber a la presencia de ciertas moléculas en la sangre producidas por el ejercicio. Hacer ejercicio hace que se secreten sustancias que alteran el cerebro, como la dopamina, la noradrenalina, y una proteína llamada BDNF, que promueve el crecimiento y desarrollo de las células del cerebro.
Estas moléculas, de acuerdo con los investigadores, son indispensables a la hora de almacenar memorias para ser recordadas a largo plazo. Además, una ‘inyección’ de las BDNF podría no ser tan útil cuando las memorias están frescas. En cambio, son más útiles más adelante cuando el cerebro está empezando a guardar las memorias en almacenamientos más profundos.
Los científicos aún tendrán que hacer más investigaciones para confirmar la parte química de este descubrimiento. Además, los investigadores destacaron que en este caso se hizo una demora de cuatro horas para comenzar el ejercicio, y no se estudiaron otros lapsos de demora, como dos o seis horas, para ver cuál sería más óptimo para fortalecer la memoria.
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