Fui amiga de Kim Kardashian y lo único que logré fue hacer esta nota

Fui una chica bonita llamada Camilo Martínez por una semana. ‘Kim Kardashian Hollywood’ no es algo nuevo, pero teníamos que descifrar qué está tras su éxito. Junto a mi compañero Sergio Fabara empezamos el juego, pero el primer intento no pasó de una tarde de crear al personaje y realizar unas cuantas misiones –si así se le puede llamar- de modelaje.

Luego, de la mano de la idea de probar después de 10 años la red social Hi5, sabíamos que algunas cosas, por más superficiales y efímeras que parezcan ser, hay que probarlas de primera mano y darles el chance. Y así fue como, por una semana, me volví una chica bonita amiga de Kim Kardashian.

No hay cosa que el dinero no pueda comprar

La expresión es tan típica como suena, pero así funciona el mundo de Kim Kardashian (o de su versión virtual, a pesar del título de la nota realmente no fui amigo de Kim Kardashian). El dinero será el único modo de triunfar y ganar el juego, y con esto no me refiero a las misiones de fama y modelaje que generan dinero ficticio, estoy hablando de dinero real, que se trasforma en la todopoderosa moneda ‘K’.

Es algo común en los juegos móviles actuales: son gratis pero tienen compras dentro del mismo. Algunos son tan descarados que se transforman en un ‘Pagar para ganar’. La persona está pagando por la posibilidad de superar un nivel. En otros, como en ‘Kim Kardashian Hollywood’, simplemente es un adorno. Pero es un adorno que se está trasformando en una fortuna para sus desarrolladores y para la exitosa Kim, algo así como 200 millones de dolares.

Me explico: la falda que tanto me gusta –suene como suene, no pueden culparme por querer que mi avatar no se vea como una vagabunda- cuesta 75K. Eso, en dinero real, es más de 10.000 pesos, pero lo más cercano a esa cifra es comprar el primer paquete de monedas que tiene 50K. Por lo tanto tengo que comprar el siguiente paquete de monedas ‘K’, que son 105K, las cuales cuestan 20.100 pesos. Solo eso, es más que el precio de un juego pago promedio.

La falda es solo un ejemplo, puesto que al final es un objeto que no agrega ni quita nada a la jugabilidad, más allá del cambio visual. Solo con imaginar cuánta gente ha comprado el primer paquete de monedas ‘K’, pueden hacer una imagen en su cabeza de cómo genera tanto dinero el juego.

Tiempo y amor

Pero el dinero no solo compra tacones, vestidos y joyas. También compra energía, que básicamente es comprar tiempo.

Muchas misiones pueden llevar horas de espera y la energía es la clave para reducir ese tiempo. Pero como pueden imaginar, la energía no es infinita y también toma tiempo para que se regenere. Si usted quiere avanzar en el juego, lo más fácil es comprar la energía. Es mucho más barata que la falda que quería, pero no deja de ser una cantidad de dinero considerable. Aún más si hablamos de algo que usaremos poco y muchas veces no nos asegura completar un objetivo.

Las monedas ‘K’ también sirven para hacer que una relación amorosa pueda progresar. Entonces estamos gastando dinero para que nuestra pareja este feliz ¿Este videojuego está tratando de darme una porción de vida real? Ni hablar, hasta ahí llega mi tolerancia con las monedas ‘K’.

El aburrido juego de ser interesante

No hay ningún tipo de atractivo en la jugabilidad de ‘Kim Kardashian Hollywood’. De eso no hay duda alguna. Solo es un ‘Point And Click’, es decir, un título donde el control se reduce a oprimir cosas en un escenario. Aunque los lugares donde se desarrolla el juego no son pocos, muchos son repetitivos y no ofrecen nada nuevo entre ellos.

Las misiones me recuerdan cuando veo algún video de un viejo título de Atari: hay que usar mucho la imaginación. Así, en la mecánica de ‘Point And Click’, todo se reduce a oprimir un botón en una pasarela, donde dirá “modelar” y usted usará su imaginación, porque nada sucede, el personaje solo está ahí de pie, mirando como usted gasta su energía hasta el punto de pensar que unas monedas ‘K’ no le caerían mal.

Después de un tiempo de juego, todo se reduce a posar para la cámara, trabajar en una tienda de ropa o hacer labores de modelaje en distintas ciudades de diferentes continentes. Pero es básicamente lo mismo. Entonces, ¿qué mantiene la jugabilidad? La falda que quería aún sigue sin comprarse y muchos – que serán más persistentes que yo- querrán trabajar para conseguir esa pieza de ropa, o ese sombrero, o el nuevo mueble para el apartamento.

La magia de pagar por la fantasía

Mientras armaba esta nota, fui a servirme un café de la máquina de la oficina, siempre me pregunté cuál sería el día en que -por un tropiezo o física torpeza- botaría uno al piso, y así fue, este fue el día en que derramé un café por todo el piso. A la hora de limpiar el reguero, no dejaba de pensar “estaba escribiendo una nota sobre fama y dinero, y ahora limpio con servilletas un café gratis”.

Y así, como gritando “¡eureka!” con el olor a café y piso mesclados, me dije: “Ahí está la clave”. La fantasía de la fama es lo único que impulsa al juego. No es su jugabilidad, gráficos o historia, es la fantasía que vende.

Eso no es nuevo, pero no se monetizaba de esta forma en mucho tiempo, y menos en el campo de los juegos móviles. En el mundo existen ejemplos como ‘Second Life’, que venden otra vida, una vida donde no tiene que limpiar el café del piso de su oficina. Bueno, ‘Kim Kardashian Hollywood’ es eso, la ventana a la fantasía de la fama en su dispositivo móvil. Al final no puedo culpar a nadie, en mi caso reviso ‘Animal Crossing: New Leaf’ casi religiosamente, pero hay una diferencia: la marca en la cultura popular.

Kardashian, como una marca, le dio más fuerza al juego de lo que pudo haberlo hecho una buena jugablidad, gráficos de última generación o la historia más atrapante. Algunos no entendemos la fama tras estas nuevas estrellas de la cultura popular, pero existe –y más importante- significa dinero.

Una semana de fama

Al final, nadie puede justificar la fama de este juego sin sonar como un tonto. Luego de decir que soy una chica bonita y que una falda me desesperó, no quedan muchas oportunidades para no sonar como eso. Puedo agregar que nunca pude adoptar un gato, que dejé de salir con un atleta porque me costaba dinero real hablarle o que mis redes de trabajo no fueron las mejores, por la misma razón: me faltaban monedas ‘K’.

La fama en redes sociales, algo de moda y mucho de glamour se trasforman en un cóctel que, desde el concepto, puede atrapar a miles de personas. Las mismas miles de personas que hacen famosos a personajes como Kim Kardashian y por las cuales su juego móvil fue un éxito tan grande que no se escapó al radar de esta redacción. La misma fama que me regaló una semana de fama. Bueno, de fama de celebridad categoría D, lo máximo que alcancé sin gastar un peso. Los mismos que me ahorré en el café gratis que boté al piso.

Imágenes: Captura de pantalla.