Recuerdo que el primer mensaje que nos envió mi abuela, al grupo de la familia en WhatsApp era una nota de voz diciendo “hola, estoy estrenando WhatsApp”. Había tardado tan solo media hora aprendiendo a buscar la aplicación en el teléfono y enviando el mensaje. Le habíamos explicado el paso a paso y ella lo repitió hasta que lo memorizó. Lo que pasó con mi abuela, por desgracia, no es el común denominador entre la experiencia de personas mayores aprendiendo tecnología.¿Cuántos son tan pacientes con el abuelo de la familia intentando encontrar un video en YouTube? ¿Cuántas personas de generaciones más jóvenes ponen cara de dolor cuando intentan explicar a sus papás cómo pagar a través de Nequi u otra plataforma de banca digital?Cuando hablamos de la relación entre tecnología y las personas mayores inmediatamente pensamos en un imposible. La tecnología es sinónimo de novedad, de última generación, de lo futurista. No parece un lugar donde las personas mayores tienen cabida. Al menos así lo hemos pensado durante los últimos años. Por fortuna, existen casos como el de Senefelder Tobo, que nos recuerdan que ellos son tan hábiles como cualquier otra persona. Senefelder es un casanareño de 71 años que aún se encarga de desarrollar los procesos de innovación en Tobo y compañía, la empresa que montó con su hija en el 2004 y que desde el 2020 es fortalecida por el Fondo Mayor. Él, por ejemplo, está trabajando en un sistema híbrido que genera electricidad y extrae agua a partir de energía eólica y energía solar, un proyecto en el que está trabajando de la mano con la Universidad de la Sabana. El de Senefelder es tan solo un ejemplo de los cientos que existen en el país donde las personas mayores se mantienen a la vanguardia en el contexto de la cuarta revolución industrial. No debería extrañarnos ver a más personas de más de 60 años utilizando plataformas digitales para hacer pagos, actualizando sus celulares para acceder a apps más modernas o liderando la actualización tecnológica de sus negocios. La lección reciente es que, contrario a lo que creen muchos, las barreras no están en las capacidades de aprendizaje de las personas mayores, sino en la falta de inclusión en la cadena de valor por parte de las empresas, las entidades públicas y la sociedad en general.
¿Hay educación tecnológica para las personas mayores en Colombia?
El 8,4% de las personas entre 60 y 64 años reporta no haber alcanzado ningún nivel de escolaridad, una cifra que aumenta al 26,2% en las personas mayores de 85 años, según el estudio de 2023 titulado ‘Misión Colombia Envejece-Una investigación Viva’. Esta investigación también revela que el 48,1% de las personas mayores alcanzaron la primaria como máximo nivel educativo y solo el 15,2% alcanzó un nivel de educación superior. Además, 60,5% de las personas mayores no saben usar internet.Más importante, este informe pone luz en un problema importante del que se habla poco: la población mayor en Colombia no solo tiene un nivel más bajo de educación formal, sino que el sistema educativo colombiano no cuenta con suficientes ofertas de aprendizaje enfocadas en ellos. Y este, es tan solo uno de los tantos obstáculos que tiene la población mayor a la hora de participar en entornos productivos, laborales o tecnológicos. “Ahora las cosas se manejan muy distintas; las ventas, el manejo, aprender todo eso para traer beneficios, que nos podamos modernizar”, cita a una de sus participantes el informe de ‘Misión Colombia Envejece-Una investigación Viva’.
Inclusión: el paso 1 para las personas mayores en la era digital
Por ahora, algunas entidades como la Fundación Saldarriaga Concha, están creando proyectos e investigaciones como el Fondo Mayor o la Misión Colombia Envejece en donde la población mayor es su protagonista, esto lo realiza a través de tres pilares (Producción de conocimiento, Incidencia y Fortalecimiento de capacidades) en cuatro líneas de trabajo (Salud, Educación, Seguridada Económica y Entornos Digitales). La inclusión de los mayores de 60 años no debe ser una lucha por parte de dicha población para lograr encajar, sino un compromiso de todas las personas, las empresas y el Estado para que sus comportamientos, servicios y productos sean realmente incluyentes. La solución no está en descartar a las personas mayores como ‘negados’ para la tecnología. Como lo hemos mencionado antes el problema no está en que no cuenten con la capacidad, sino en la ausencia de herramientas y estrategias. Y aquí está la clave para solucionar el problema: ofrecer estos espacios y oportunidades. “Cómo lo hemos mencionado antes, el problema no está en que no cuenten con la capacidad, sino en la ausencia de herramientas y estrategias. Y aquí está la clave para solucionar el problema: ofrecer estos espacio y oportunidades a este grupo poblacional”, afirman desde la Fundación Saldarriaga Concha.Imagen: Cottonbro Studio