El Fondo Monetario Internacional (FMI) realizó un estudio en donde analizó el comportamiento de 55 países respecto al uso de criptomonedas y llegó a una conclusión que puede ser obvia para algunos o todo un descubrimiento para otros. La institución observó que en aquellos países cuyos Estados suelen establecer estrictos controles de capital, que presentan altos índices de inflación o que son percibidos por sus ciudadanos como corruptos, las popularidad de las criptomonedas tiende a ser mayor respecto a la que tienen en naciones que cuentan con sistemas políticos y financieros más saludables.
Lo anterior llevó al FMI a subrayar la urgencia de regular la industria de los criptoactivos y obligarla a desarrollar métodos de verificación de identidad para proteger a los propietarios de tokens de eventuales o posibles fraudes.
La sugerencia del grupo es prudente; sin embargo, parece olvidar la causa principal que impulsa la adopción de estos activos digitales, pues en lugar de hacer un llamado directo a la institucionalidad y a establecer sanciones a los funcionarios envueltos en redes de corrupción, la institución prefirió hacer énfasis en la necesidad de recolectar más datos “para entender mejor las dinámicas que impulsan el fenómeno”.
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El FMI ya ha dejado clara su postura respecto al uso de criptomonedas en varias oportunidades. Cuando el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, anunció que Bitcoin se convertiría en moneda de curso legal en el país, el grupo no dudó en expresar su preocupación ante un gobierno que validaba y legitimaba a las criptomonedas.
De acuerdo al concepto de la organización, alentar la adopción de un nuevo sistema soportado únicamente por la confianza que muchos han puesto sobre la tecnología del blockchain, alimenta los riesgos de desatar una verdadera amenaza para la estabilidad financiera mundial, al ser un sistema expuesto al “fraude, ataques cibernéticos, lavado de dinero y financiamiento del terrorismo”.
El FMI compartió el informe públicamente y recomendó que su lectura debía “interpretarse con precaución”, dado el pequeño tamaño de la muestra, compuesta entre 2.000 y 12.000 encuestados en cada uno de los países en donde se recolectaron los datos.
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