Lo sentimos. Sabemos que usted es una lumbrera, que siempre sacó las mejores calificaciones, que está más preparado que un kumis, que lee 50 libros al año como Bill Gates, que trabaja hasta los fines de semana y que tiene un nivel de compromiso incluso a prueba de jefes tarados… Sin embargo, un estudio reciente de la universidad de Catania (Italia) dice que, aunque esos factores influyen en el éxito de una persona, la gente más talentosa no alcanza los picos más altos del éxito sin una buena dosis de la vulgar, elusiva y azarosa suerte (esas palabras indignadas son mías, no de los investigadores italianos).
El estudio, titulado ‘Talento vs. suerte: el papel del azar en el éxito y el fracaso’, dice en su introducción que en la cultura occidental domina ampliamente el paradigma de la meritocracia. Se piensa que el éxito se debe principalmente, si no exclusivamente, a cualidades personales como el talento, la inteligencia, el esfuerzo, el trabajo duro y la disposición a tomar riesgos. Pero se subestima la importancia de fuerzas externas en las historias de éxito individual. Y una de las principales es el dinero.
“Casi nunca la gente más talentosa alcanza los niveles máximos de éxito, y es superada por individuos que son mediocres, pero que son sensatos y tienen suerte”.
Los investigadores explican que la inteligencia y el talento están distribuidos de una forma normal entre la población, mientras que la riqueza, un factor crítico para alcanzar el éxito, tiene una distribución diferente, con una gran mayoría de gente pobre y un pequeño número de billonarios. Esas discrepancias entre los dos tipos de distribuciones, dicen ellos, “sugieren que hay un ingrediente oculto que actúa detrás”, y ellos consideran que este es simplemente la suerte.
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“Nosotros mostramos que, aunque es cierto que cierto grado de talento es necesario para ser exitoso en la vida, casi nunca la gente más talentosa alcanza los niveles máximos de éxito, y es superada por individuos que son mediocres, pero que son sensatos y tienen suerte”, dicen.
Las diferencias en la distribución de la inteligencia vs. la riqueza son claras. Ellos dicen, por ejemplo, que el promedio de inteligencia (medida por el IQ) está cerca de 100, y no hay personas con IQ de 1.000 o de 10.000. Eso tampoco sucede con la cantidad de horas que uno trabaja: unas personas trabajan más que otras, pero ninguno labora un billón de veces más que los demás.
Con la riqueza pasa todo lo contrario: hay gente muy pobre, y personas que tienen fortunas fabulosas. Para no ir más lejos, dicen los investigadores, los ocho hombres más ricos del mundo tienen la misma cantidad de dinero que los 3.600 millones de personas más pobres del planeta.
De otro lado, dicen ellos, cada día hay más evidencia del papel fundamental que juegan en el éxito la suerte o factores que tienen que ver con el azar.
Ellos mencionan, por ejemplo, varios estudios diferentes que muestran que la posibilidad de acceder a servicios públicos saturados depende en buena medida de la primera letra del apellido (porque eso determina en qué lugar de la lista está uno); que la gente con nombres fáciles de pronunciar es juzgada de forma más positiva; que las mujeres con sobrenombres masculinos tienen más éxito en el mundo del derecho; que los ingresos de una persona dependen en gran medida del país en el que vive; e incluso que la posibilidad de sufrir de cáncer tiene mucho que ver con mala suerte.
Pero no pierda la esperanza. Ellos aclaran que, aunque el azar juega un rol mucho más importante en la vida de lo que se pensaba (y nacer rico o en un país rico tiene que ver solo con el azar), eso no quiere decir que el éxito sea independiente del talento y el esfuerzo. Su conclusión es que esos factores también influyen, pero no son suficientes. “También se debe estar en el lugar correcto, en el momento indicado”. En esencia, dicen, la suerte sí influye, así su papel siempre sea subestimado por la gente exitosa.
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