Aunque no es cierto, como muchos blogs y medios de comunicación están diciendo, que la Web esté cumpliendo 20 años –algo que ocurrió en marzo de 2009–, sí es verdad que la primera página en la Web se publicó oficialmente el 6 de agosto de 1991, y ambos hechos tuvieron un mismo protagonista: Tim Berners-Lee, conocido como el ‘padre’ de la Web.
Ese día, en las instalaciones de la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN) , el investigador Berners-Lee, a sus 36 años, publicó una página simple en la dirección http://info.cern.ch/hypertext/WWW/TheProject.html, para lo cual usó un servidor NeXT –fabricado por la empresa del mismo nombre, creada por Steve Jobs–. Antes de esto, solo había publicado páginas en prueba que él o su equipo podían ver.
Por obvias razones, el contenido de la página era el propio proyecto WWW, con detalles técnicos sobre el hipertexto, cómo crear nuevas páginas, cómo en el futuro se podría buscar información en la Web, preguntas frecuentes, un listado de las personas involucradas en el proyecto y la forma como los interesados podrían colaborar. A partir de allí, esa misma página se actualizaría a diario con noticias del proyecto, y su creador tal vez no sospechó las dimensiones del proyecto, por lo que ni siquiera hizo capturas de pantalla de esta primera página. La siguiente captura corresponde a la misma página, pero tomada el 3 de noviembre de 1992, aunque la esencia es la misma:
Aunque esta página era pública, solo quienes tenían un navegador web y conocían su dirección podían acceder a ella: Tim Berners-Lee, su equipo de trabajo, los colegas del CERN y unos pocos visitantes externos. Pero desde entonces empezaron a surgir instalaciones de servidores web, y en 1993, cuando apareció el navegador Mosaic, se dio el despertar de la Web, y de paso, el de la propia Internet, que hasta entonces era una red difícil de usar y estaba solo al alcance de gobiernos y universidades.
En 1994, Tim Berners-Lee fundó el Consorcio World Wide Web (W3C) para crear estándares que la impulsaran, y a partir de entonces la explosión de este nuevo medio fue tal, que durante muchos años –y aún hoy– muchos confunden Internet con la Web, aunque esta última sea solamente un sistema de distribución de información más popular que utiliza la infraestructura de Internet, solo comparable con el aún más veterano correo electrónico.
Dos décadas después, ¿qué sería del mundo sin la Web? ¿Qué pasaría si los más de 2.000 millones de usuarios de Internet no tuvieran acceso a los sitios de sus empresas, centros de estudios, bancos y gobiernos? ¿Y si las personas no contaran hoy con la posibilidad de buscar y acceder a información del mundo en segundos, sino que tuviera que acudir a métodos que hoy parecen de varios siglos atrás?
Hoy, cuando Tim Berners-Lee afirma que “el acceso a la Web es un derecho humano“, nadie en sus cabales diría que con estas palabras busca engrandecerse a sí mismo: para decenas de millones de personas es su gran ventana al mundo, al conocimiento y la información, y su gran aliada para comunicarse y socializar. Tampoco es exagerado decir que Internet y la Web transformaron el mundo en todos los campos: económico, político y social.
Tristemente, la Web –y más aún, Internet– afronta, al lado de una notable evolución tecnológica y una creciente adopción, amenazas y retos que podrían transformarla para mal: censura, leyes y medidas que limitan la libertad de los usuarios, ciberguerras como la que hoy se le ha declarado a la policía en Estados Unidos, y una creciente inseguridad informática generada ya no por inocentes hackers, sino por mafias organizadas y otras organizaciones.
Es muy interesante
la información publicada.
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