El aumento de fraudes digitales ha llevado a los bancos a ofrecer soluciones que protejan los datos financieros. La tarjeta virtual Nu promete mayor seguridad en compras en línea y pagos sin contacto, pero su efectividad depende del uso que le den los usuarios. Aunque ofrece ventajas, también tiene limitaciones que es necesario considerar.
La tarjeta virtual es una versión digital de la tarjeta física, con un número, fecha de vencimiento y código de seguridad distintos. Comparte el mismo saldo o límite de crédito, lo que facilita su control.
Se activa desde la aplicación de Nu en pocos pasos. Puede usarse en comercios en línea y vincularse a Google Pay y Apple Pay para pagos presenciales sin contacto, ampliando su utilidad en el día a día.
Dicho esto, uno de los atractivos es la posibilidad de eliminar y generar una nueva tarjeta en segundos si se detecta una actividad sospechosa. Esto reduce el riesgo de fraude y exposición de datos en plataformas de comercio electrónico.
Asimismo, se pueden crear hasta 10 tarjetas virtuales por producto financiero, lo que permite segmentar gastos. Por ejemplo, una tarjeta para suscripciones, otra para compras recurrentes y una más para pagos eventuales, facilitando la administración del dinero.
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Por otro lado, cabe mencionar que, si bien la flexibilidad es un punto a favor, hay restricciones. Se pueden generar hasta 20 tarjetas al día y un máximo de 60 al mes. Aunque para muchos usuarios será suficiente, quienes realizan múltiples compras con diferentes tarjetas podrían encontrar esta limitación incómoda.
Otro punto crítico es su dependencia total de la app de Nu. Si el usuario pierde acceso a su cuenta por problemas técnicos o de seguridad, también perderá el control sobre sus tarjetas virtuales. Además, no todos los establecimientos aceptan pagos con billeteras digitales, lo que puede limitar su uso.
¿Qué tener en cuenta para su uso?
Para aprovechar al máximo la tarjeta virtual Nu sin comprometer la seguridad financiera, es recomendable:
Asignar una tarjeta a cada tipo de gasto para evitar confusiones y detectar cargos sospechosos con facilidad.
Eliminar tarjetas que ya no se usen para reducir el riesgo de filtraciones de datos.
Activarlas solo cuando se necesiten y desactivarlas temporalmente si no están en uso.
Evitar compartir información de la tarjeta, ya que sigue siendo un medio de pago susceptible a fraudes.
Por último cabe mencionar que la tarjeta ofrece ventajas en términos de seguridad y organización financiera, pero no es infalible. Su valor dependerá del perfil del usuario y sus hábitos de consumo. Para quienes buscan una capa extra de protección en sus compras digitales, es una opción útil. Sin embargo, su efectividad recae en el uso responsable y en conocer sus limitaciones.
Imagen: NU