Cada hora, Microsoft bloquea más de 1,6 millones de intentos maliciosos. Mientras lees este párrafo, cientos de bots están tratando de engañar, robar o infiltrar sistemas alrededor del mundo. La ciberdelincuencia dejó de ser invisible, ahora respira en tiempo real.
Entre abril de 2024 y abril de 2025, la compañía evitó fraudes que superan los 4.000 millones de dólares. También detuvo 49.000 intentos de crear organizaciones falsas. La magnitud del problema revela una guerra silenciosa que se libra sin fronteras.
Pero lo más inquietante no son las cifras, es la inteligencia artificial que alimenta a los atacantes. Esta tecnología, mal usada, está democratizando el delito digital. Hoy, cualquier persona con conexión puede convertirse en estafador profesional.
El nuevo informe Cyber Signals de Microsoft confirma que los ataques ya no requieren habilidades técnicas. Plataformas de IA permiten crear sitios web falsos, identidades laborales inventadas y reseñas automatizadas con un realismo perturbador. Todo en cuestión de minutos.
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Ya no se trata de correos mal redactados. Las estafas actuales vienen con logos oficiales, bots que atienden al usuario y plataformas diseñadas para parecer auténticas. El engaño se ha vuelto una industria con estética corporativa.
Una de las estrategias más usadas es el fraude en comercio electrónico. Sitios falsos ofrecen productos que nunca llegan, respaldados por reseñas generadas por IA y chats que manipulan las quejas. La víctima, atrapada, pierde tiempo y dinero.
También proliferan las ofertas de empleo falsas. Perfiles laborales ficticios, entrevistas automatizadas y correos persuasivos conducen a estafas cada vez más difíciles de identificar. La confianza, y no el código, se ha convertido en la puerta de entrada más vulnerable.
En otra modalidad peligrosa, los estafadores se hacen pasar por técnicos de soporte. Piden acceso remoto, simulan llamadas legítimas y utilizan IA para imitar voces o generar imágenes creíbles. Las víctimas, desorientadas, entregan el control sin saberlo.
Ante este panorama, Microsoft ha desplegado soluciones de defensa con IA en su núcleo. Herramientas como Defender for Cloud, Windows Quick Assist y funciones avanzadas en Microsoft Edge buscan anticiparse a las amenazas. La prevención se volvió una prioridad de diseño.
Sin embargo, el reto no es solo técnico. “El crimen digital ya supera el billón de dólares al año”, advierte Kelly Bissell, vicepresidente corporativo de Antifraude en Microsoft. Y recalca: la inteligencia artificial puede proteger, pero también potenciar el fraude.
La compañía insiste en la necesidad de una respuesta colectiva. Colaborar con autoridades, identificar redes delictivas y compartir información son claves para enfrentar un problema que ya no distingue países, sectores ni niveles socioeconómicos.
En este contexto, el usuario también tiene un papel esencial. Verificar la autenticidad de sitios y ofertas, activar la autenticación multifactor y evitar compras impulsivas son acciones que marcan la diferencia. La vigilancia digital es hoy una responsabilidad compartida.
Desconfiar también es proteger; Microsoft recomienda no responder mensajes sospechosos, no hacer clic en anuncios sin verificar y sospechar de entrevistas laborales poco claras. En la era de la IA, el criterio personal sigue siendo la mejor defensa.
Esta batalla no se gana con software, sino con conciencia. Cada clic cuenta. Y mientras la tecnología evoluciona, los riesgos también lo hacen. El desafío ya no es detener el fraude, sino adelantarse a él.
Imagen: Archivo ENTER.CO