El científico Toby Walsh, jefe del Instituto de IA de la Universidad de Nueva Gales del Sur, Sydney (UNSW), plantea la necesidad de que las armas autónomas ( impulsadas con inteligencia artificial) deben ser prohibidas así como se hizo con las químicas y biológicas.
Cabe recordar que las armas químicas y biológicas se prohibieron para su uso en conflictos bélicos desde 1925, luego de que se terminará la Primera Guerra Mundial, y que bajo la Convención de Ginebra se estableció por primera vez en 1864 las reglas de la guerra.
Walsh fue expulsado de Rusia por sus afirmaciones en cuanto a este tema, una de ellas en específico tiene que ver con asegurar que una mina terrestre antipersonal impulsada por IA era más humanitaria; y sobre el conflicto de Ucrania, dijo que debería prohibirse armas autónomas que se están implementado.
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El científico señala que así como la inteligencia artificial está transformando varios aspectos de nuestra vida, también lo hará en la guerra: “Estoy bastante seguro de que los historiadores recordarán el conflicto de Ucrania y dirán cómo los drones, la autonomía y la IA comenzaron a transformar la forma en que libramos la guerra, y no en el buen sentido”.
De acuerdo con Walsh desde un enfoque legal el uso de armamento con IA violaría el derecho internacional humanitario, en particular, varios principios como “la distinción y la proporcionalidad. No podemos construir máquinas que puedan hacer ese tipo de distinciones sutiles”.
Además le preocupa sobre manera que los estados cambien “ por completo” el carácter de la guerra si entregamos la matanza a las máquinas.En ese sentido no se podría responsabilizar a las máquinas y la ley debería responsabilizar a las personas.
Por otro lado, afirma que la perspectiva moral es en realidad quizás el argumento más importante y más fuerte contra la IA en la guerra.
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“La guerra se sanciona porque es la vida de una persona contra otra. El hecho de que la otra persona pueda mostrarte empatía, que haya cierta dignidad entre los soldados, esas características no existen cuando entregas la matanza a máquinas que no tienen empatía, que no tienen conciencia, no pueden ser responsables de sus decisiones.
Ante esta postura, el científico dice que tiene las esperanzas de que, en algún momento los gobierno y las organizaciones decidan prohibir las armas autónomas, así como lo hicieron con las biológicas y las químicas hace casi 100 años.
“Lo que me preocupa es que, en la mayoría de los casos, solo hemos regulado varias tecnologías para la lucha después de haber visto los horrores de su mal uso en la batalla”. concluye.
Imagen: PhonlamaiPhoto