En redes sociales, las imágenes al estilo Ghibli generadas por inteligencia artificial han conquistado a millones. Estas versiones nostálgicas y fantásticas de fotos cotidianas parecen inofensivas, pero abren una conversación incómoda sobre ética, derechos de autor y responsabilidad en el uso comercial de la IA.
Hayao Miyazaki, el maestro detrás de Studio Ghibli, ha sido enfático en su rechazo a la IA como herramienta creativa. Para él, replicar su arte sin consentimiento desvaloriza años de oficio y sensibilidad artística. Y, sin embargo, hoy su estilo circula por la red en miles de versiones automáticas, sin que él ni su estudio reciban retribución.
Este fenómeno no es exclusivo del arte japonés. Empresas grandes y pequeñas adoptan imágenes de IA en su publicidad sin detenerse a pensar: ¿Quién creó realmente esa imagen? ¿Fue un humano o un algoritmo entrenado con obras humanas? ¿Se está respetando la autoría original detrás del estilo replicado?
El informe “Construyendo confianza en la era de la IA” de VisualGPS (iStock) revela que en América Latina, la aceptación de estas imágenes varía según el contenido. Objetos y paisajes generados por IA son bien recibidos. Pero cuando se trata de representar personas o emociones humanas, el público se muestra más escéptico.
El 86% de los encuestados cree que las imágenes creadas por IA deben estar claramente etiquetadas. Y no es solo por transparencia: la gente quiere saber qué está viendo. En la era del contenido instantáneo, la autenticidad sigue siendo un valor irremplazable.
Te puede interesar: María Victoria Quiñones, la jueza colombiana que usa IA de Microsoft en su tribunal: “La justicia que no espera”
Samuel Malave, gerente de investigación creativa en iStock, asegura que“ las imágenes generadas con IA pueden ser un gran aliado para las empresas, siempre y cuando su uso sea transparente y responsable.” La clave no es la herramienta, sino la intención y el contexto con que se usa.
Desde la perspectiva de las pymes, esta discusión cobra una importancia aún mayor. Muchas pequeñas empresas ven en la IA una vía accesible para crear contenido visual de calidad. Pero el bajo costo no debería justificar prácticas que podrían considerarse como plagio o apropiación indebida.
Usar imágenes generadas con IA sin verificar su origen ni asegurar que sean legalmente seguras es un riesgo reputacional. Las pymes no solo se juegan una campaña, sino su credibilidad a largo plazo. Si el contenido visual no refleja autenticidad, el público lo percibe.
El mismo informe de VisualGPS indica que el 74% de las personas está abierto a ver publicidad con imágenes de IA… pero solo si se usan éticamente. Es decir, no se trata de rechazar la tecnología, sino de integrarla con responsabilidad y transparencia.
Las herramientas de generación visual con IA pueden ser potentes y útiles. Pero su implementación debe considerar principios éticos claros: respeto al trabajo creativo humano, uso consciente de los estilos artísticos y comunicación honesta con el público.
El 98% de los encuestados en el estudio considera que las imágenes y videos auténticos son importantes para generar confianza. la cifra revela que las audiencias valoran más la honestidad que la perfección visual.
Para las empresas, la enseñanza del caso Ghibli-IA es que no basta con que el contenido sea bonito. Debe ser legítimo. No podemos romantizar la estética de un artista mientras ignoramos su voluntad y sus derechos. El respeto por la creatividad ajena también es parte de una estrategia empresarial ética.
La tecnología avanza a ritmo vertiginoso. Pero eso no significa que los valores creativos deban quedar atrás. Las pymes que sepan equilibrar innovación con responsabilidad tendrán una ventaja genuina: la confianza del público.
Porque al final del día, la pregunta no es si la IA puede crear imágenes bonitas. La verdadera pregunta es: ¿qué tan ético es el uso que hacemos de ellas?
Imagen: MANAN VATSYAYANA/Getty Images