En los últimos años, la inteligencia artificial (IA) ha alcanzado niveles sorprendentes en la generación de textos, desdibujando las líneas entre lo humano y lo artificial. Uno de los campos donde esta capacidad ha dado un salto significativo es la poesía. Un reciente estudio publicado en la revista científica Nature, ha revelado que, para lectores no expertos, los poemas generados por IA no solo son indistinguibles de los escritos por humanos, sino que incluso son preferidos por su claridad y belleza.
El experimento involucró a miles de lectores de poesía no expertos, quienes evaluaron poemas escritos por humanos y otros generados por IA. Sorprendentemente, los participantes se desempeñaron por debajo del azar al intentar distinguir entre ambos (46.6% de precisión). Más aún, tendían a atribuir autoría humana a los poemas generados por IA con mayor frecuencia que a los realmente escritos por personas.
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Los poemas creados por IA fueron calificados mejor en atributos como ritmo y belleza, características que los hicieron parecer más “humanos”. Estos resultados revelan una “heurística defectuosa”: la simplicidad y claridad de los poemas generados por IA los hacen más accesibles para lectores no especializados, quienes malinterpretan esta facilidad de comprensión como una señal de calidad y autoría humana.
El fenómeno “más humano que humano”
La idea de que la poesía generada por IA pueda parecer más humana que la creada por autores reales no es nueva en el ámbito de la inteligencia artificial. Fenómenos similares han sido documentados en imágenes y rostros generados por IA, que a menudo se perciben como más realistas que los originales. En poesía, este fenómeno se explica porque los algoritmos suelen generar textos con temas claros, imágenes directas y emociones fácilmente reconocibles, mientras que la poesía humana tiende a ser más compleja y subjetiva.
Por ejemplo, un poema generado al estilo de Sylvia Plath puede tratar explícitamente de la tristeza, mientras que un poema humano, como los de T.S. Eliot, puede ser más críptico, demandando un análisis profundo para desentrañar su significado. Para los lectores no expertos, esta complejidad puede ser percibida como incoherencia, inclinándolos a preferir los textos generados por IA.
El estudio también pone de manifiesto un desafío cultural: nuestras expectativas sobre la creatividad humana están siendo redefinidas. Muchos lectores todavía asumen que la IA no puede replicar la profundidad emocional o la originalidad de los humanos, pero estos resultados demuestran lo contrario. Además, el sesgo hacia la claridad y accesibilidad en la poesía generada por IA podría moldear futuras producciones artísticas, donde lo “simple” podría desplazar a lo “complejo” como estándar de calidad.
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A nivel ético, la indistinguibilidad entre poesía humana y generada por IA subraya la necesidad de transparencia en el uso de estas tecnologías. Si bien la Casa Blanca y la Unión Europea han propuesto regulaciones para etiquetar el contenido creado por IA, estudios previos indican que los usuarios a menudo ignoran tales revelaciones. Esto plantea preguntas urgentes sobre cómo equilibrar la innovación tecnológica con la autenticidad artística.
El avance de modelos generativos como ChatGPT ha desafiado las nociones tradicionales de la creatividad. Sin embargo, todavía existen áreas donde la poesía humana mantiene una ventaja: su capacidad para recompensar el análisis profundo y su conexión con experiencias culturales únicas. A medida que la IA continúa evolucionando, será crucial evaluar cómo estas tecnologías impactan nuestra relación con el arte y si nuestras expectativas sobre la creatividad se alinean con la realidad.
El estudio no solo muestra el poder de la IA para imitar la poesía, sino que también nos invita a reflexionar sobre qué significa ser humano en un mundo donde lo artificial puede ser indistinguible, y en algunos casos, preferido.
imagen: Archivo ENTER.CO