El sueño de Camila Gaitán, una desarrolladora de software especializada en iOS y mobile, siempre había sido trabajar con una de las grandes compañías de tecnología. Estuvo preparándose para ello a lo largo de su carrera, aunque se sentía insegura y de vez en cuando pensaba que no lo iba a conseguir, hoy celebra el cumplimiento de su meta: trabajar para Amazon en las oficinas de Madrid, España. Camila ha logrado superar sesgos de género en una industria predominantemente masculina y confiesa que en la universidad tuvo profesores con comentarios sueltos sobre la poca capacidad técnica de las mujeres. En espacios de trabajo también le han cerrado una puerta por ser mujer e ingeniera. Pero en su camino ha contado con manos amigas, mentores y role models hombres que han impulsado su carrera, así que esta no es una historia de guerra de sexos. Se trata más bien de una historia sobre cómo superar las barreras, aprender, desaprender y enseñar.
Sobre darse segundas oportunidades
Cuando estudiaba en el colegio, Camila soñaba con ser médica o bailarina de ballet, porque requería disciplina y rigurosidad. Lo de bailarina no se dio por una condición física, y de lo de médica algo quedó: la necesidad de ayudar a las personas.
Si bien en su familia hay varios ingenieros, su papá, quien se dedica a la ingeniería civil, le decía que esta rama no era aconsejable por el trato que se le da a las mujeres y los comentarios irrespetuosos que son frecuentes en las obras. Después de entender que quizá el bisturí de cirugía tampoco era lo suyo, conoció lo de hacer páginas web por su prima, y por eso decidió darle la oportunidad a la ingeniería de sistemas.
Así comenzó a estudiar en la Universidad Libre de Colombia, y en primer semestre “odió” la programación, porque no entendía la materia de lógica y algoritmos. Llegó a pensar que quizá la programación no era lo suyo. No entendía por qué, si en el colegio sus materias favoritas eran cálculo y física, además de ser una estudiante destacada, ahora en la universidad era diferente.
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Uno de sus mejores amigos, Julio Galeano, fue quien le ayudó a aprender programación. Se convirtió en su tutor y comenzó a impulsar su curiosidad innata, por lo que ella muy pronto comenzó a preguntarle qué más seguía: sabía hacer listas enlazadas, pilas, árboles, bases de datos, incluso ya estaba adelantada para el semestre que cursaba. Se dio cuenta de que con la dedicación que le había puesto a programar en C++, lograba generar soluciones para requerimientos más avanzados. Había empezado “quedada”, y ya pedía más cuerda a su tutor y profesores. En este punto la tenía clara, y decidió escoger todas las áreas de profundización en programación. Adelantaba sus trabajos en casa, para que le quedara tiempo libre y así aprender iOS de forma autodidacta.
¡Manos al teclado!
Consiguió su práctica empresarial en desarrollo para Blackberry, en una empresa con base en Silicon Valley. Pero nuevamente se enfrentó a la frustración: odiaba el lenguaje de programación que estaban usando, le parecía arcaico y poco flexible; así que se armó de valor y le dijo a su jefe en esa época, Rafael Saavedra: “Este tipo de Java no me gusta, me siento muy frustrada”. Él le respondió con un reto: le propuso tomar un Mac y aprender para desarrollar un app de geolocalización de autos con dispositivos que leían la posición y detectaban cuando se abría la puerta del automotor, la velocidad o si el motor se encendía. Fue un gran reto que disfrutó y logró sacar adelante.
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Después de graduarse tuvo diversas experiencias en agencias de marketing y empresas de desarrollo realizando aplicaciones. Camila recuerda un trabajo tuvo un jefe con una personalidad bastante fuerte, para llamarla a su oficina gritaba su nombre, por lo que ella se ponía muy nerviosa e incómoda. En ese momento no supo enfrentarlo y a pesar de que le molestaba, prefirió irse de este trabajo. En otra oportunidad asistió a una entrevista de trabajo y le preguntaron si iba por el cargo de diseñadora gráfica. Ella contestó que no, que realmente era desarrolladora de software. Después de una risa hiriente y burlona, le dijeron que no contrataban mujeres desarrolladoras porque no les daba confianza su trabajo.
“Me han rechazado por ser mujer, no solo en empresas donde he sido empleada, sino al participar en comunidades. También reconozco que está mal la otra cara, cuando te tratan preferente por ser mujer. Todos merecemos el mismo trato, deben darse es por nuestra capacidad”.
Tomando experiencia
(Editado Mayo 6, 2020 a las 4:36 p.m.)
En un momento de su carrera pasó por Ride, trabajando remoto desde Colombia, y allí tuvo la oportunidad de unirse a un equipo de alto desempeño. En esta empresa tuvo que enfrentar un invierno neoyorquino, lo que aumentó la presión por resultados. Al reflexionar, sabe que le costó enfrentar el cambio. Después de experiencia Camila creó su propia empresa de consultoría IdeasUp lo que la llevó a apoyar diversas startups en su proceso técnico como consultora.
Mientras exploraba su carrera profesional, Camila continuó con Codies, la comunidad de mujeres desarrolladoras de software que cofundó en 2014 con Sorey García.
Codies fue inspiración para que otras chicas se unieran, crearan comunidades y se animaran a ser líderes. Yo sigo trabajando desde el meetup de iOS para que muchas más mujeres se animen a ser parte del mundo mobile. El trabajo en comunidades para mí siempre está presente. Siempre pienso qué puedo hacer por Colombia, qué puedo hacer para que existan más mujeres en programación, cómo puedo ayudar.
Merlin, una historia mágica
Cuando Güimar VaccaSittic, CEO de Merlin, la contactó, ella rechazó la oferta. Sin embargo, después de pensarlo unos meses, lo llamó para decirle que sí quería ser parte del equipo. Camila creció mucho en el área de management y esto se lo debe a Omar Duque (VP de ingeniería y ex-former VP de ingeniería en Huge) quien era su jefe directo. Le enseñó sobre estilos de comunicación, cómo liderar equipos efectivamente, crecerlos y formar equipos de alto rendimiento. Omar siempre reforzó la necesidad de tener personas capacitadas, pero sobretodo que hicieran fit con los valores de la empresa.
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Dejar Merlín fue muy difícil, tardé varios meses en tomar la decisión pero finalmente la tomé y como en toda buena empresa fueron pacientes y me impulsaron a seguir creciendo. Allí me di cuenta que valoraban mi trabajo. Mensualmente nos explicaban qué funcionó, qué no funcionó, esto me daba un panorama completo de la compañía. Me empoderó y me mostró lo que estaba aportando al equipo. Ellos se convirtieron en mi familia.
Llenándome de fuerza…
Camila documentó cada parte del proceso, anotó juiciosamente cada momento en el que no se sentía cómoda, para capitalizar ese conocimiento y aplicarlo en el futuro en una situación similar.
Recibir un correo en el cuál no eres aceptado es un proceso normal de crecer, y lo hablo yo que me costó mucho salir de eso que era la niña con las mejores notas, becada toda la universidad y parte del colegio, no sabía qué era el fracaso y la búsqueda de trabajo puede ser frustrante porque te encuentras de todo allá afuera.
Desde que empezó su carrera profesional, con sus altas y bajas, siempre soñó con poder trabajar en una compañía de tecnología como Amazon, Google o Facebook, pero lo veía solo como un sueño. Por momentos, Camila creía que no era capaz y que los procesos técnicos eran demasiado exigentes para lo que ella sabía en determinado momento. Otro de sus sueños era vivir una experiencia larga y duradera fuera del país, aprender de otras culturas y ambientes de trabajo. Además, quería encontrar en su carrera un nuevo rol que le diera el poder de ayudar a las personas. Camila vio una de sus grandes metas hacerse realidad en la respuesta de uno de los grandes: Amazon.
Pensé que no podía… y pude
Camila pasó por un proceso en Toronto pero lo rechazó porque querían que asumiera el rol de fullstack developer, y ella tenía claro que lo suyo es mobile, y iOS. Estaba esperando si se abría otro leap con esta empresa, pero recibió un correo por LinkedIn de Sam Donnelley, senior manager de Kindle, informando que estaban buscando un senior manager para una nueva división de Kindle en Madrid. Camila sintió que era una señal. Su esposo, también desarrollador, trabaja para una empresa con sede en Madrid y los dos tienen un enamoramiento eterno con la ciudad. Así que Amazon se convirtió con ese mensaje, en una oportunidad ideal para cumplir sus sueños.
“Yo me demoré 3 años para presentarme a Amazon, porque aún no me sentía lista. Y ya en Argentina aún no me lo creía. El 18 de agosto presenté las entrevistas on-site, ellos me enviaron material para prepararme. Estudié super juiciosa, me preparé para las entrevistas en inglés y temas técnicos”.
Tuvo muchas entrevistas con personas expertas, el proceso fue muy riguroso: estuvo de 8 a.m. a 1 p.m. en el track. Se sentía muy nerviosa. Agradece que en una entrevista le tocó con un argentino que habló en español al inicio y que, con este guiño cultural, hizo que todo fluyera mejor en el espacio. Al pasar casi otro mes la citaron para darle feedback y en medio de la entrevista, ella iba agradeciendo y adelantándose de una vez para despedir la llamada. Pensaba que no había pasado. La entrevistadora le dijo que esperara, que les había interesado mucho su perfil y le propusieron dos equipos, uno en Berlín y otro en Madrid. Al presentar la entrevista con su jefe americano, radicado en España, hubo química inmediata, por ser una persona abierta y humana. Así fue como Camila se unió al equipo Amazon Business International. “Con el COVID19, Michael Harrell, mi jefe, ha estado super pendiente. Es muy humano, que es lo que yo espero de un jefe. Me gocé mucho el proceso, la oferta económica también me hace match y todo lo que te prometen de beneficios de Amazon, ahí está cumplido. Yo quiero gozarme esta experiencia al máximo. Nunca me había sentido tan acompañada en un proceso, y espero seguir sorprendiéndome positivamente. Y al final tomarme la foto que quiero tomarme -así sea con tapabocas-.”Por momentos se pregunta si es real. No sabe qué vaya a pasar en el futuro y le cuesta no pensar en él, pero es consciente de que quiere gozarse la experiencia en todos los frentes, con lo bueno, lo divertido, alegre y lo amargo. Tiene claro que la disciplina, el estudio constante y la empatía fueron claves para llegar a este momento. Camila agradece las enseñanzas aprendidas: ser fuerte y persistir a pesar de todo, exigirse a nivel técnico y también humano.
una colaboración con Coderise.org y Holberton School Colombia para promover la comunidad de programación en Colombia.
Este artículo fue posible gracias a una alianza con Pionerasdev.co.
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