Ana María Sosa dice que la programación le cambió la vida, pero curiosamente entró a ese mundo casi por casualidad. Hace unos años, cuando estaba en décimo grado en un colegio de Medellín, una amiga le pidió que se inscribiera con ella en un curso gratuito de programación que estaba ofreciendo la Fundación Coderise. A Ana María no le llamaba la atención el tema, pero aceptó por acompañarla, y se ríe al recordar cuál era la motivación real de su amiga: “Quería inscribirse porque su novio iba a estar allá”.
Al comienzo, el curso le pareció difícil. Ana María nunca había programado y no conocía nada del tema. Pero luego se volvió “retador y divertido”, y su vida cambió a partir de ese momento. Aprendió las bases de JavaScript, HTML y CSS. Y el tema la enganchó tanto que dejó atrás su idea de estudiar medicina y terminó optando por la ingeniería de sistemas, pese a que su familia y sus amigos le recalcaban que ella no era muy buena en matemáticas.
Hoy, esta paisa de 24 años es una exitosa programadora en la compañía Globant, en donde hace desarrollos de software para una empresa del exterior. Y no es la única mujer en su grupo de trabajo: cuatro de los cinco programadores de su equipo son mujeres.
Ana María es una muestra de que, aunque la programación sigue siendo percibida como un campo de hombres, todo se reduce a un tema de motivaciones y educación. Cuando le preguntamos por qué cree que hay más hombres programadores, nos contestó: “Creo que eso arranca desde el colegio. Desde que estamos pequeñas, a las mujeres nos promueven que estudiemos carreras como medicina y comunicación social. En mi colegio éramos 60 mujeres y yo fui la única que estudió ingeniería de sistemas. En mi caso, la clave es que tuve esa inspiración desde el colegio, gracias al curso que tomé”.
En un país con un déficit grande de programadores, eso quiere decir que podríamos estar perdiendo la oportunidad de tener muy buenas programadoras simplemente por un asunto cultural o de mentalidad. Y esto se traduce en oportunidades perdidas también para las mujeres, porque podría acceder a buenos puestos de trabajo.
“Hay muchas opciones de trabajo para los programadores, y los que están empleados también reciben ofertas para mejorar sus sueldos o sus condiciones. En realidad para las empresas el reto ahora es retener a sus programadores”.
El lenguaje más importante
Cuando le preguntamos a Ana María Sosa cuál es el lenguaje que más le recomienda aprender a una persona que quiera meterse al mundo de la programación, no dudó un segundo para responder: “Inglés”.
Ella dice que lo más importante es aprender inglés, y manejarlo bien, porque con el inglés se pueden conseguir mejores opciones de trabajo. Es decir, aunque hay bastantes puestos de trabajo, los mejores se los llevan los programadores que hablan inglés. Una segunda razón para aprender bien ese idioma es que los mejores recursos para programadores también están en inglés.
“Yo era medio vaga con el inglés y ahora me arrepiento porque desaproveché que mi colegio era bueno en eso. Finalmente lo aprendí y gracias a ello puedo trabajar en mi empresa en una cuenta en donde me comunico con los clientes en inglés”.
¿Y después del inglés? Ella recomienda aprender JavaScript, porque permite que uno se mueva fácil entre desarrollar para el back-end y el front-end.
La clave: la pasión
Durante su carrera, Ana María se enfocó sobre todo en la programación, que era lo que más le gustaba. Y a partir de su experiencia se ha dedicado a promover la programación entre mujeres.
En el 2015, cofundó Pioneras Developers, una comunidad que busca que las mujeres aprendan programación. La idea era que fuera una comunidad de mujeres para mujeres, porque sentían que eso iba a resultar más inspirador que tener hombres diciéndoles qué se debe hacer. Han realizado encuentros de forma regular, cursos cortos dictados por las participantes del grupo y también hicieron un bootcamp para enseñar las bases de la programación.
¿Qué necesita una persona para ser un buen programador? Ana María opina que la pasión por ese tema es lo más importante. También es clave la capacidad para aprender –porque hay que estudiar sobre muchas cosas– y que uno sea bueno para trabajar en equipo.
Ella calcula que, con mucha entrega, una persona que comienza a aprender sobre programación de cero podría estar consiguiendo su primer trabajo al cabo de 6 o 7 meses.
una colaboración con Coderise.org y Holberton School Colombia para promover la comunidad de programación en Colombia.