Son las 6:45 a.m. Desde la ventana de mi estudio, en un piso 14, puedo ver dos de las principales avenidas del norte de Bogotá totalmente congestionadas por el río de carros, motos y buses que a esa hora transportan a miles de empleados a sus empresas. Mientras las filas de autos reptan lentamente como serpientes adormiladas, en medio de un brutal aguacero mañanero, pienso en el desespero que estaría sintiendo si estuviera en uno de esos carros, de camino a una oficina a la que no puedo llegar en menos de una hora, pese a que se encuentra a solo nueve kilómetros de donde vivo.
Pero no es el caso. Cuando ellos lleguen a su oficina yo habré adelantado más de hora y media de trabajo. Estoy rematando la revista ENTER.CO, llevo cuatro días sin salir y pienso pasar al menos cinco más encerrado. Al otro lado de la ciudad, el diseñador, a quien jamás he visto durante una semana de cierre, está recibiendo mis artículos, lo mismo que los del jefe de redacción, que también lleva varios días sin ir a la compañía. Solo una periodista va a diario a la sede de revista ENTER.CO, porque así lo prefiere.
Trabajamos así desde el 2010 y no hemos tenido problema alguno. Al contrario, ahora producimos más contenido en menos tiempo, lo cual permite elaborar la revista con menos gente que antes. Y todos trabajamos en mejores condiciones que en la oficina, a la que usualmente voy una vez cada quince días. En mi estudio, aislado y silencioso, tengo el PC más veloz que pude pagar, un monitor de 27 pulgadas, un escritorio hecho a la medida, una silla ergonómica, una conexión de banda ancha más rápida que la de la empresa y dos UPS que me permiten continuar trabajando durante tres horas en caso de un corte de energía.
Pago un poco más en mis servicios públicos, pero eso se compensa de lejos con el enorme ahorro que hago en gasolina, restaurantes y parqueaderos. Sin embargo, lo más valioso, aparte de no padecer el tráfico de esta caótica ciudad, es contar con un ambiente tranquilo para trabajar. En la oficina rara vez me podía concentrar para escribir, y cuando lo lograba alguien rompía el hechizo con algo que era relevante para esa persona, pero no para mí. Ahora me consiguen por chat o celular, pero creo que el hecho de no estar físicamente en la empresa hace que nadie me interrumpa a menos que sea para algo realmente importante.
Y no es lo único que cambió. Ahora nadie me contagia su estrés (ni yo a nadie mis neurosis), ninguna amiga me interrumpe para contarme el chiste que le llegó por WhatsApp, el teléfono fijo nunca suena porque nadie lo tiene, no debo soportar la música que a otros les gusta (ni a Julio Sánchez en un radio cercano), no tengo que escuchar las conversaciones telefónicas de mis vecinos (ni bajar el volumen de las mías), no debo salir a buscar un restaurante para almorzar y no pierdo el tiempo en reuniones inútiles. Peso cuatro kilogramos más que antes, imagino que porque me muevo menos en horario laboral, pero no me inquieta: estoy en mejor condición física porque ahora casi nunca omito los 60 minutos de ejercicio diario a los que antes tenía que renunciar por falta de tiempo.
Durante la etapa final del cierre nunca he visto a mi equipo y no tendría para qué. Todos los artículos, las imágenes, los PDF con los diseños y las correcciones de la revista se manejan por Internet. Si necesito revisar una nota ‘en vivo’ con un periodista, establecemos una conexión por Skype y le comparto la pantalla de mi PC. Cualquier consulta la hago por celular o chat. Los archivos de trabajo de todos están almacenados en Dropbox. Y casi todas las entrevistas las hago por teléfono o por Skype, algo que era difícil antes debido al ruido que había en la oficina.
Como el modelo funcionó, ninguna de las personas del equipo editorial tiene un puesto fijo en la oficina, lo cual le ha permitido a la empresa aplazar un traslado a una oficina más grande. Pero en la revista ENTER.CO no trabajamos así para ahorrar costos, aunque ese es un gran plus, sino porque la productividad es mayor y porque desde hace más de una década se hizo evidente que es irracional mover átomos todos los días entre la casa y la oficina cuando es tan fácil mover simplemente bits de información por Internet.
El teletrabajo es una tendencia ineludible en Colombia y el mundo, así a muchas empresas les parezca todavía una rareza. Aunque tiene debilidades (si no se hace buen seguimiento, puede fracasar, y no todos los empleados son aptos para este modelo), tiene tantas ventajas que es difícil de ignorar.
Imagen: GaudiLab (vía Shutterstock).
Alguna sugerencia para buscar candidatos? Tengo pensado iniciar una compañia distribuidora de soluciones IT, y necesitaria una persona Freelance que haga Telemarketing, a parte de Nubelo hay alguna otra Web dedicada a esto?
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Excelente Nota.! pensaría yo que mas de 30 minutos para llegar al trabajo es un castigo. Y no cabe duda que este es un gran ejemplo a seguir.