El mercado de móviles ya no es lo que era. Por supuesto, los despachos siguen aumentando y los fabricantes siguen facturando -y, en pocos casos, ganando dinero-. Pero, si las cosas siguen como van, el crecimiento tiene los meses contados.
Los fabricantes de teléfonos y tabletas tienen dos grandes problemas. El primero es que la demanda por estos dispositivos se está desacelerando, y el segundo es que la mayoría de esa demanda está en los segmentos que no generan buenos márgenes: las gamas media y de entrada.
El primer problema queda al descubierto cuando se analizan los datos de las firmas de análisis de mercados. Al comparar los números del segundo trimestre de 2014 con los de los mismos períodos de 2013 y 2012, la desaceleración es patente.
Por su parte, Gartner redujo su previsión sobre el crecimiento no solo del mercado de móviles, sino de todo el mercado tecnológico en 2014. En enero, decía que al final de este año se venderían alrededor de 1.893 millones de teléfonos móviles y 263 millones de tabletas. En julio, la empresa corrigió a la baja su pronóstico de smartphones en 31 millones de despachos a 1.862 millones de unidades; y el de tabletas en 7 millones, a 256 millones.
El segundo problema también ha sido diagnosticado por IDC. En su informe más reciente, la firma de investigación de mercados muestra que, tanto en Android como en Windows Phone, cerca del 60% de las unidades vendidas en el segundo trimestre de 2014 tenían un precio inferior a 200 dólares, y que menos del 20% del total de dispositivos vendidos supera los 400 dólares.
El mercado de las tabletas sufre de lo mismo: la mayoría de los despachos son en pantallas más pequeñas, precios más bajos y menores márgenes. Además, su ritmo de adopción se parece más al de los PC que al de los móviles. Los usuarios no están cambiando sus tabletas con la frecuencia que los vendedores desearían, lo que está desestimulando la demanda.
¿Qué está pasando?
Las dos firmas de análisis dicen que el mercado está ‘madurando’. Eso significa dos cosas: que en los mercados con un buen nivel adquisitivo la demanda está disminuyendo porque casi todos los usuarios ya compraron un dispositivo, y que en los mercados menos desarrollados la demanda sí está creciendo, pero esa demanda es, en su mayoría, por productos más económicos.
Aunque las cifras de ganancias son más difíciles de conseguir y comparar, cabe especular que toda esta situación está castigando a los fabricantes. Para ser competitivas en esa guerra de precios, las empresas tienen que bajar costos donde puedan, lo que hace que deban sacrificar parte de sus ganancias.
El panorama hace que las empresas deban sacrificar ganancias
Entonces, las empresas no solo están creciendo menos que antes, sino que lo están haciendo con los productos menos rentables de sus catálogos. Si los despachos se están desacelerando, las ganancias deben ir aún más lentas.
Y lo peor es que esto no tiene cara de cambiar pronto. A menos de que ocurra algo inesperado en el mercado o en la economía global, las tendencias que produjeron este frenazo no solo seguirán vigentes, sino que se consolidarán en el futuro cercano. A juzgar por las decenas de filtraciones que hemos visto en las últimas dos semanas, los fabricantes ‘tradicionales’ de smartphones le seguirán apostando a la gama alta, y se espera que en IFA 2014 veamos una renovación de los ‘flagships’ de casi todos ellos. Las gamas medias y de entrada seguirán creciendo, pero lo harán lejos de los reflectores.
Parece que ninguno de los nuevos smartphones podrá entusiasmar a los consumidores
Como se ha vuelto costumbre, los ‘flagships’ son iteraciones predecibles de lo que ya hay hoy en el mercado: quizás habrá un aumento en la capacidad del procesador, y muy seguramente veremos más pantallas QHD. Pero la propuesta básica seguirá siendo la misma de siempre lo que significa que ninguno de los nuevos smartphones podrá entusiasmar más a los consumidores que cualquier equipo que esté hoy en el mercado.
Con las tabletas ocurre algo similar: hay aun menos iteraciones y, de hecho, el segmento en general pierde un poco de su protagonismo. Aparte de la Galaxy Tab S, de Samsung, este año no ha habido grandes lanzamientos de tabletas. Igual que con los teléfonos inteligentes, no es probable que veamos pronto un modelo que cambie sustancialmente el comportamiento o las expectativas de los consumidores.
Por eso, la industria le apuesta cada vez más a los relojes inteligentes.
¿La nueva mina de oro?
El año pasado, precisamente en IFA, vimos el primer reloj inteligente orientado al consumo masivo: el Samsung Galaxy Gear. El producto fue desafortunado y menos de seis meses después conocimos una segunda versión, mucho más pulida.
Fue la primera gran apuesta por los ‘vestibles’, y de hecho es la que más resultados ha dado. Sin embargo, cuando Google lanzó Android Wear, le dio el pistoletazo a todos los fabricantes para que se aventuraran en ese negocio. En Google I/O vimos los primeros relojes, el LG G Watch y el Samsung Gear Live, y todo parece indicar que en IFA la oferta de relojes con Android Wear se multiplicará.
A pesar de esto, hoy nadie puede esperar que los relojes sean un buen salvavidas para las tecnológicas. Las evaluaciones –las nuestras y las de otros– coinciden en que les falta madurez y facilidad de uso. Nadie sabe bien hoy qué queremos de un smartwatch ni qué podemos hacer con ellos mejor que con cualquier otro dispositivo.
Eso –suponemos– es cuestión de tiempo; y Google, Apple, Samsung o quien sea tendrá que mostrarnos el camino más pronto que tarde. El problema real es que, aun cuando eso pase, las cifras no cuadran.
Los relojes inteligentes son solo parte de la solución
IDC dice que los dispositivos vestibles llegarán a 112 millones de unidades vendidas en 2018, un crecimiento explosivo si se compara con las cifras de 2013. Aun así solo es una fracción del mercado de teléfonos y tabletas. Por supuesto, si los fabricantes logran convencer al mercado de las bondades de los relojes inteligentes, las ventas se dispararán, pero eso no ha ocurrido todavía.
El problema, entonces, sigue sin solución. Los fabricantes deben revivir la demanda si quieren seguir creciendo como solían hacerlo en los últimos años, y los relojes inteligentes solo son parte de ese camino. Quizás alguno de los relojes que veamos en IFA 2014 logre entusiasmarnos un poco más que los que están hoy en el mercado, pero es igual de importante que los fabricantes de móviles también comiencen a arriesgarse.
Si lo hacen, es probable que el resultado sea un fiasco. Pero, quizás, en el camino encuentren la forma de darle un poco más de oxígeno al mercado.
Yo no le apuntaria tanto a los relojes sino mas bien a las gafas como las googleglass…les veo mas utilidad
Yo no le apuntaria tanto a los relojes sino mas bien a las gafas como las googleglass…les veo mas utilidad
El primer reloj inteligente no fue el Galaxy Gear, previamente ya estaba en el mercado el Pebble
El primer reloj inteligente no fue el Galaxy Gear, previamente ya estaba en el mercado el Pebble