Pentágono compra flotilla de aviones ‘suicidas’ no tripulados

Un soldado del ejército estadounidense lanza un Raven en una prueba de reconocimiento en las montañas de Afganistán. Imagen: Isafmedia
El primero de septiembre la empresa aeronáutica AeroVironment recibió un contrato por cinco millones de dólares para emplear una flotilla de 'drones' (aviones no tripulados) suicidas.

Un soldado del ejército estadounidense lanza un Raven en una prueba de reconocimiento en las montañas de Afganistán. Imagen: Isafmedia (vía Flickr).

El Switchblade es un prototipo primo del Raven, un ‘drone’ (avión robótico o no tripulado) que ya está activo en Afganistán y es usado para darles a las tropas inteligencia y reconocimiento del campo de batalla en tiempo real.  A diferencia del Raven –que no tiene armamento–, el Switchblade tiene las mismas capacidades de campo, solo que está armado con explosivos.

Pertenece a la familia de pequeños vehículos no tripulados de AeroVironment, junto con el Raven, el Puma y el Wasp.  Estos vehículos ya hacen parte de la flotilla de vehículos no tripulados del ejército estadounidense, a la cual el Switchblade se integrará dentro de poco.

Tras una etapa de desarrollo y evaluación para confirmar que el prototipo es seguro para el uso en campo, ya recibió la certificación de seguridad y la revisión de utilidad militar en el otoño de 2010, por lo que este nuevo contrato es para comenzar la producción y el desplazamiento inmediato del prototipo a las unidades militares que ya están activas alrededor del mundo, especialmente en Afganistán.

¿Cómo funciona?  Según el comunicado de prensa oficial de AeroVironment, se lanza desde un tubo pequeño que cabe en un maletín. De ahí, una unidad de tierra lo controla de forma inalámbrica a través de una pantalla pequeña. Una vez el oficial de campo escoge un objetivo, este envía el comando al Switchblade de armar sus explosivos y desplazarse de inmediato hacía el objetivo, destruyéndolo al puro estilo de los aviones Kamikaze japoneses de la segunda guerra mundial.

Una característica importante del Switchblade es que se puede cancelar la orden de ataque, por lo que les presta un nivel de control sin precedentes a las tropas de tierra.

El Switchblade tiene la capacidad de quedarse en el aire durante una batalla, esperando a que le llegue un objetivo –ordenado por las tropas en el suelo–, y su vuelo rápido y silencioso ofrece niveles de efectividad muy altos y seguridad para las tropas de campo, ya que lo pueden controlar a una distancia segura del combate.

No hace falta imaginarse una flotilla conjunta de Ravens y Switchblades.  Los primeros ofrecen reconocimiento e inteligencia del campo de batalla, por lo que conformarían un equipo de cacería muy efectivo, y los segundos, la capacidad de fuego sin riesgos para la tropa. Un dispositivo se dedica a encontrar y reconocer objetivos, y el otro, a eliminarlos.

Esto les garantiza una altísima protección y capacidad de respuesta a los pequeños batallones de campo y los batallones élite de las fuerzas estadounidenses, y seguramente a algunos de sus aliados.  En vez de necesitar apoyo de artillería externa o apoyo aéreo tripulado, las unidades de combate en tierra tendrán la capacidad de apoyarse inmediatamente con estos letales vehículos no tripulados.

Ya hemos visto la efectividad del Predator, el avión no tripulado en versión grande que tanto ha aparecido en las portadas de medios por sus ataques en la frontera entre Pakistán y Afganistán. Es claro que la estrategia de combate con aviones no tripulados se ha vuelto central para la política de guerra del Pentágono.  Habrá que ver cómo se desempeña el Switchblade en un escenario real de batalla, pero con este nuevo contrato que el Pentágono aprobó para AeroVironment ya lo sabremos muy pronto.

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Sebastián Martínez

Sebastián Martínez

La verdad no me gusta la tecnología. La sigo como un fanático paranoico porque estoy convencido de que los robots van a erigir un imperio mundial algún día. Por eso me dedico a conocer al enemigo íntimamente y no me falta la pelea habitual con uno que otro aparato. Ya he asesinado consolas de juegos, PC, celulares y hasta dispositivos GPS.
Puedo decir, con orgullo, que hasta ahora el mundo no me ha puesto enfrente un robot que no haya podido someter a mi voluntad. Estudié letras y literatura en Estados Unidos para escapar a las exigencias del siglo XXI y la ansiedad de clase media. No me sirvió de mucho, y entonces ahora me dedico la cosa más difícil que he tratado de hacer en mi vida (escribir bien) y prepararme para la futura lucha contra la tecnología desde las filas de ENTER.CO.
PD.
No soy fanboy ni de Apple, ni de Microsoft, ni de Google. Los uso y abuso a todos, incluyendo Linux.

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