Por: Santiago Restrepo Escalante @tiagology
La Agencia de Investigación de Internet conformada en Rusia desarrolló las llamadas ‘granjas de trolls’, las cuales creaban centenares de cuentas artificiales dedicadas a elaborar noticias falsas que desacreditaban políticos, en beneficio de los intereses del gobierno de Rusia . Esto, hizo que Facebook y otras redes sociales pasaran de ser vistas como plataformas que conectan al mundo, a un nuevo frente de batalla política, donde las famosas ‘fake news’ se han convertido en el arma más letal para polarizar las democracias y decidir el rumbo de las mismas.
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En respuesta a la interferencia rusa sobre las elecciones presidenciales de 2016 en Estados Unidos, la red social Facebook anunció que no aceptará publicidad política una semana previa a las siguientes elecciones presidenciales de noviembre. Sin embargo, por más heroico que suenen estas medidas de contención, parecen solo querer contentar a los medios y a los usuarios, ya que, para controlar el excesivo poder que tienen las redes sociales en los resultados electorales se necesitará hacer mucho más que controlar los tiempos en los que se puede hacer propaganda paga. En una columna publicada por la aclamada revista MIT Technology Review, se señala que: “Los expertos en el tema creen poco probable que la publicidad política dirigida haya tenido mucha influencia en el comportamiento de los votantes ”.De manera que, los intentos de Facebook para contener la manipulación política en su plataforma vendrían siendo solo curitas que fallan al intentar contener el sangrado intenso de nuestras democracias. Conviene subrayar, que no es que Facebook no conozca un mejor tratamiento, solo que este podría ser letal para el modelo de negocio que ha llevado a esta red social a ser una de las compañías más valoradas del mundo.
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La verdad es que si Facebook quiere fortalecer la democracia, deberá replantear sus potentes algoritmos de recomendación de contenido, ya que estos han demostrado ser parte del problema de la polarización en las democracias. La eficiencia de estos algoritmos, se ha encargado de reforzar las creencias políticas al solo mostrar contenido “relevante”, evitando todo aquello que difiera con nuestro pensamiento. Y si bien esto ha demostrado ser perfecto para la industria publicitaria y las ganancias de Facebook, también ha llevado a que el electorado tome posturas más extremas que terminan por socavar el civismo en la sociedad. Ahora bien, si al problema de la falta de contenido diverso le sumamos que todavía sigue habiendo una alta interferencia política como la de las elecciones de 2016, podríamos estar gestando la fórmula perfecta para una guerra civil que podría llegar a terminar con la democracia que conocemos. Imagine el lector un algoritmo en Facebook que sólo muestra contenido que aparentemente es “relevante” pero no diverso, y que en algunas ocasiones es falso debido a que hay una clase de políticos maquiavélicos que pretenden polarizar la opinión pública sembrando discursos de odio y discordancia en las redes sociales. Si Mark Zuckerberg quiere ostentar su capa heroica, tendrá que hacer mucho más que prohibir la publicidad política, ya que esto supone poco o nada en la lucha por la estabilidad de nuestras democracias.
Imágenes: Foto de Thought Catalog en Pexels
