A mover más bits y menos átomos

JAVIER MÉNDEZ
EDITOR DE TECNOLOGÍA

El precio del petróleo subió de 10 a 130 dólares el barril en los últimos diez años -y parece ir rumbo a los 200 sin siquiera ruborizarse-, mientras las ventas de autos en el país pasaron de 55.000 a 250.000 unidades anuales entre el 2000 y el 2007. Si a eso se suman la falta de vías, el triste estado de las existentes y los altos niveles de contaminación, pareciera que todo está confabulado para que un día el tráfico de nuestras ciudades colapse, el bolsillo se agote o nos ahogue el smog.

Para esquivar los altos precios del petróleo, en mayo el Gobierno contempló un pico y placa de 24 horas y por ahora se decidió por la importación de etanol y la extensión de unos subsidios a la gasolina que le costarán al país 14 billones de pesos. Todo para seguir movilizando a la gente cada día a sus lugares de trabajo. Para seguir moviendo átomos por la ciudad cuando lo que debería circular son bits de información.

El trabajo desde el hogar u otros lugares diferentes a la oficina (teletrabajo) siempre ha sido una opción a considerar cuando se piensa en contrarrestar la contaminación, el caos vehicular o la pérdida de tiempo que producen los desplazamientos. Pero ahora más que nunca debería estar entre las prioridades.

No solo porque la crisis es evidente, sino porque hoy están dadas las condiciones para sacarle provecho a ese modelo en el país. La cuarta parte de los colombianos ya tiene una conexión a Internet -la mayoría de ellas de banda ancha-, el 80 por ciento usa un teléfono celular y las ventas de PC están disparadas.

Muchos empleados pueden hoy en día realizar su labor fuera de la oficina porque todos los insumos de sus tareas son datos digitales. La gente pasa la mayor parte del día trabajando frente a un computador, y da lo mismo que ese equipo esté ubicado en la oficina o en cualquier otro sitio.

Hoy no solo es fácil mover todo tipo de información, sino que los datos que viajan por Internet no contaminan, no generan estrés, no deterioran las vías y mis datos nunca embestirán a los suyos para llegar más rápido a su destino.

Basta un computador y una conexión a Internet para convertirse en un empleado virtual. Si se añade un programa de acceso remoto, se tiene acceso a las mismas aplicaciones que se usarían en la oficina. La videoconferencia puede servir para algunas reuniones. Y la telefonía IP permite, entre otros, reenviar todas las llamadas a la persona, sin importar en dónde esté.

Entre las ventajas de este modelo para las empresas están menores costos en infraestructura (varios ejecutivos virtuales pueden usar la misma oficina), gastos más bajos en servicios y mayores facilidades de expansión geográfica.

Los empleados, por su parte, ganan autonomía, pueden controlar mejor sus horarios, no pierden tiempo en desplazamientos, trabajan en un ambiente más confortable, ven más a su familia y no tienen que sobornar a nadie para conseguir un cupo en el parqueadero de la empresa. El éxito de su trabajo está en los resultados y no en el cumplimiento de rutinas intrascendentes.

El modelo, obviamente, no es para todo el mundo. Funciona con gente que requiere baja supervisión y que tiene un ambiente libre de distracciones en su hogar, en donde se deben establecer reglas claras para evitar que la familia obstaculice el trabajo.

 

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Javier Méndez

Javier Méndez

A mediados de los años 80 tuve un paso fugaz por la facultad de ingeniería de sistemas de la Universidad de los Andes, pero me tomó pocos meses descubrir que escribir código era mucho menos apasionante que escribir artículos. Desde entonces pienso que la tecnología es más divertida cuando se la disfruta desde afuera que cuando se la sufre desde adentro. Y aunque mis primeros pasos en el periodismo los di en la sección deportiva de El Tiempo, era cuestión de tiempo para que aterrizara en el mundo de la tecnología. Llevo 30 años escribiendo sobre tecnología, primero en El Tiempo y ahora en ENTER.CO. Puede seguirme en X en @javiermendezz

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