Por Mauricio Jaramillo Marín
“¿Sabe el mundo desarrollado cómo viven 4.000 de los 6.000 millones de personas? Si fuéramos conscientes, querríamos ayudar e involucrarnos”, dijo Bill Gates hace unos años, motivando a otros millonarios a hacer algo más que donar las sobras para los niños pobres. El primero de julio pasado el ícono del software, uno de los tres hombres más ricos del mundo, dio un paso que lo involucró definitivamente al mundo de la filantropía y de la ayuda a la humanidad: abandonó su empleo de tiempo completo en Microsoft, la firma que creó 33 años atrás y que convirtió en una de las más poderosas, admiradas y a la vez criticadas del mundo, para dedicarse casi de lleno a la fundación Bill & Melinda Gates en la búsqueda de soluciones para enfermedades, el hambre y la falta de educación en el planeta.
En los últimos años, Gates y su esposa se involucraron cada vez más en el tema -donando a la fundación millones de dólares-, aunque hasta hace poco él todavía no parecía entregado del todo a la causa. Aunque la fundación fue creada en el 2000, y años atrás ya había hecho sus pinitos en la filantropía, en el 2003 le dijo al reconocido periodista estadounidense Bill Moyers que durante mucho tiempo se había rehusado a regalar dinero, temeroso de que esto pudiera disminuir su habilidad y foco en aumentar su riqueza. “Quiero decir, ¿esto (la filantropía) va a afectar tu capacidad de ganar dinero? ¿Te vas a confundir de alguna manera sobre lo que estás tratando de hacer”, le confesó al periodista.
Hoy, a sus 52 años, Bill Gates está catalogado como el filántropo más generoso del mundo, tanto por el dinero que ha donado como por su decisión de trabajar al menos 40 horas semanales en su fundación. Sin embargo, a pesar de vivir desde su niñez consciente del tema, por mucho tiempo la idea de ayudar a los demás estuvo por fuera de su lista de prioridades.
Su madre, Mary Gates, una educadora que dirigió empresas y fundaciones, siempre lo presionó para que hiciera más por los otros, aunque él en su niñez estaba concentrado en leer y aprender sobre los nacientes computadores y otros temas.
En su discurso al recibir un título honorífico en la Universidad de Harvard, en el 2007, Gates reconoció que cuando abandonó los estudios universitarios en 1977 no tenía una verdadera conciencia de las terribles desigualdades en el mundo en salud, riqueza y oportunidades. “Aprendí en Harvard mucho sobre nuevas ideas en economía y política, estuve expuesto a los avances en las ciencias. (…) Dejé el campus sabiendo poco acerca de los millones de personas jóvenes excluidas de las oportunidades de educación en nuestro país, y no sabía nada sobre los millones de personas que viven en una pobreza indescriptible ni de las enfermedades en los países en desarrollo. Tardé décadas en entenderlo”.
Y era cierto: a finales de los años 70 y en los 80, Gates estaba concentrado en su empresa (Microsoft), en transformar la industria de la tecnología y en ganar muchos millones de dólares, y tenía una justificación para ello. Gates, según el libro de frases célebres Yo cito, de la editorial St. Martin’s Press, dijo alguna vez: “¿Qué tal si a Colón le hubiesen dicho, Cris, cariño, no vayas ahora, espera a que resolvamos primero los problemas más importantes: la guerra, la pobreza y el crimen, la contaminación, las enfermedades y el odio racial?”.
Pero algo sucedió el 5 de julio de 1991. Ese día, su madre le organizó una cita con el millonario Warren Buffet, un inversionista mucho mayor que él y con quien Gates creía que no tenía nada en común, por lo que había programado la cita para media hora. La reunión duró diez horas, en las que Buffet le amplió su forma de ver el mundo de los negocios, le ayudó a generar ideas para que su empresa fuera aún más poderosa, y a la vez lo empezó a influenciar para que pensara más acerca de dar y ayudar a los demás.
Ya con esa inquietud inspirada por Buffet, pero aún concentrado en sus negocios, Bill y su novia Melinda leyeron unas palabras que los marcarían para siempre. Mary Gates les escribió una carta poco antes del matrimonio entre los dos, en la que les decía: “De aquellos a los que mucho se les ha dado, mucho se espera”. Meses después de la boda, Mary Gates murió de cáncer, y esas palabras se convertirían, años después, en una especie de carta de navegación para sus vidas.
A finales de 1994, recién casado y ya sin su madre, empezó a estudiar la vida de John Rockefeller y Andrew Carnegie, dos magnates que donaron gran parte de su fortuna para ayudar con salud y educación a los necesitados. En diciembre, creó la Fundación William H. Gates, con la que haría tímidos aportes, hasta que en el 2000 conformó la Fundación Bill & Melinda Gates, con la que de entrada realizó millonarias donaciones a universidades, programas de prevención del sida y estudio de enfermedades del tercer mundo. Hoy, esta organización es la fundación más grande del mundo, con más de 30.000 millones de dólares en sus arcas, de los cuales la gran mayoría proviene de donaciones de Bill Gates y su esposa.
Ahora, Gates destinará la mayor parte de su tiempo, su inteligencia y creatividad a su otra faceta, la de la filantropía, a través de la Fundación Bill & Melinda Gates.
Su legado tecnológico.
Hoy, los principales medios del mundo informan sobre cada paso de Bill Gates en su versión filantrópica, pero de no ser por sus miles de millones de dólares -es el tercer hombre más rico del mundo y durante trece años encabezó la lista de millonarios de la revista Forbes-, y por ser uno de los impulsores de la industria del software y de los computadores, su nueva etapa habría pasado desapercibida. Y mientras que en su nueva faceta la mayoría de observadores lo mira positivamente y le desea mucho éxito, su etapa de empresario siempre estuvo marcada por la polémica y por posiciones encontradas acerca de sus verdaderos logros y aportes.
El viernes 27 de junio, a las 6 de la tarde, en las oficinas de Microsoft en Redmond (Washington, E.U.), se iniciaba la reunión de despedida de Bill Gates, fundador de la compañía. A esa hora concluía su último día como empleado de tiempo completo en Microsoft, la compañía que fundó hace 33 años con su amigo del colegio Paul Allen, y que llegaría a convertirse en una de las empresas más poderosas del planeta.
Steve Ballmer, su amigo personal y presidente de Microsoft, dijo unas palabras de despedida y sus ojos se llenaron de lágrimas. Poco después, Balmer pronunció unas palabras que le pondrían picante a una despedida que típicamente está llena de elogios gaseosos y palabras intrascendentes. “Bill estuvo realmente allí, en el nacimiento del computador personal. Bill realmente diseñó el PC de IBM”, dijo Ballmer, sin sonrojarse y -dicen quienes estuvieron allí- sin hacer sonrojar al homenajeado. De hecho, el propio Gates no aguantó las ganas de tocar el tema y añadió: “Lo hicimos bien, le apostamos a una interfaz gráfica, a pesar de que les dijimos a nuestros competidores que deberían hacerlo y tratamos de lograr que lo hicieran, pero no fue así”.
Estas declaraciones generaron las reacciones de algunos observadores e historiadores, como Ed Foster, veterano periodista de tecnología de InfoWorld, que creen que la paternidad del PC es exclusiva de IBM, que la interfaz gráfica tuvo otros pioneros, y que el aporte de Microsoft fue importante pero no definitivo.
La pequeña polémica -pequeña, porque los medios se centraron en la nueva etapa en la vida de Gates, como filántropo, y en el futuro de Microsoft- solamente fue un reflejo de lo que ha sido la trayectoria empresarial y tecnológica de este hombre que creó una industria, la del software, y ayudó en la masificación del computador, un aparato que originalmente sólo estaba pensado para las grandes empresas, las universidades y las fuerzas militares, y que él imaginó presente en todos los hogares.
“Cuando Paul Allen y yo iniciamos Microsoft hace más de 30 años, teníamos grandes sueños acerca del software y el impacto que podría tener. Hablamos sobre un computador en cada escritorio y en cada hogar”, dijo Bill Gates el 15 de junio del 2006, cuando anunció públicamente su decisión de dedicarse de tiempo completo a su fundación. Gates cumplió su visión, al menos en el mundo desarrollado, y se siente orgulloso de ello. “Ha sido increíble ver cómo gran parte de ese sueño se hizo realidad y transformó tantas vidas”, añadió.
No obstante, su sueño no se cumplió parcialmente: en el otro mundo, el de los países pobres y en desarrollo, como India o Colombia, menos de un 10 por ciento de la población cuenta con un PC. Pero esto no se debe a que el computador no haya evolucionado lo suficiente ni a que sus precios no sean más asequibles que nunca, ni mucho menos a que la gente en estos países no quiera tener uno en su hogar, sino porque en muchas partes del mundo la lucha es por la supervivencia, las prioridades de las personas son conseguir sus alimentos diarios y los recursos para salud y algo de educación, y no pueden ni pensar en comprar un computador por económico que sea (quizás esta sea una de las razones que llevaron a Gates a dedicar más tiempo a su fundación).
Hablar de Bill Gates como el padre de los computadores resulta exagerado, pues estos fueron el fruto del trabajo de muchos hombres en diversos campos, pero sin duda su legado tecnológico es amplio y es uno de los ‘culpables’ del desarrollo de la tecnología informática y de que sus avances llegaran a la gente y no sólo a grandes organizaciones. Gates fue el primero que vislumbró el software como una industria, que entendió que el software podría venderse separado del hardware, y que creó de ello un negocio muy rentable.
El periódico The New York Times lo califica como el creador, con sus sistemas operativos MS-DOS y Windows, del efecto de red, gracias al cual un producto se vuelve más valioso entre más personas lo utilicen. Hoy, este concepto se aplica tanto en el software como en Internet, con casos tan notorios como las redes sociales y los videojuegos.
Gates no llegó de casualidad al mundo de la tecnología. Aunque sus padres no tenían nada que ver con este -William Gates II es abogado, y Mary era educadora-, desde los 13 años se obsesionó con unas máquinas gigantescas llamadas computadores, gracias a que en su colegio, el Lakeside, había un aparato llamado teletipo que podía comunicarse telefónicamente con un computador del tamaño de una nevera.
Siete años después de su primer contacto cercano con los computadores, el 4 de abril de 1975, él y su amigo del colegio Paul Allen crearon una de las empresas de mayor éxito en la historia empresarial de Estados Unidos, Microsoft.
En ese entonces Gates estudiaba derecho en la Universidad de Harvard, pero la ‘fiebre’ por escribir software y por su empresa lo absorbieron totalmente y abandonó los estudios en 1976. Pronto, sin un producto terminado pero con la visión -utópica entonces- de llevar los computadores a las escuelas y los hogares, ya estaba haciendo negociaciones con empresas reconocidas como Altair, Apple y la propia IBM, que era la gigante de la tecnología en el mundo, para convencerlas de que utilizaran su primer desarrollo, llamado Basic.
Basic, el despegue.
Aunque Basic es un lenguaje de programación de software desarrollado a mediados de los años 60, enfocado en la enseñanza, fue el trabajo de Bill Gates y Paul Allen lo que lo popularizó, gracias a que lograron crear un intérprete para que este lenguaje funcionara en el computador Altair 8800, considerado el primer PC (aunque carecía de teclado, monitor, disco duro y otros componentes comunes en un PC hoy en día).
Bill Gates recuerda que cuando él y Paul Allen leyeron acerca del Altair en la revista Popular Electronics de enero de 1975, creyeron que los computadores llegarían a estar al alcance de la gente y que el software podría volverse un buen negocio. De inmediato contactaron a Ed Roberts, líder de la empresa estadounidense MITS, y le dijeron que le querían hacer una demostración de su intérprete de Basic, que supuestamente estaba casi terminado, y que este le ayudaría a vender más computadores Altair. La verdad era que ellos no tenían nada y solamente querían tantear el terreno y ver qué tanto interés mostraba Roberts.
Para su sorpresa, el directivo de MITS les pidió que le hicieran una demostración en pocas semanas (después se supo que Roberts les dio las mismas esperanzas a decenas de muchachos con la misma propuesta, y que había planeado hacer el negocio con los primeros que llegaran).
Gates y Allen no tenían nada desarrollado, y ni siquiera un computador Altair para iniciar la tarea y poner a prueba su prometido intérprete de Basic. Se inició entonces una carrera contra el reloj y contra la falta de recursos, para cumplir con el tiempo pactado y hacer el primer negocio para su naciente empresa, llamada Micro-Soft.
Ellos no tenían un Altair. Pero Allen había escrito tiempo atrás un emulador de software que imitaba al procesador Intel 8008 del Altair, y que funcionaba en el PDP-10, un minicomputador que tenía la Universidad de Harvard. En este aparato iniciaron el desarrollo y las pruebas del intérprete de Basic, pero los funcionarios de Harvard los descubrieron y no pudieron usarlo más. Debieron, entonces, viajar a Boston, donde podían alquilar por horas un PDP-10, y como el tiempo apremiaba, contrataron a Monte Davidoff, un estudiante de Harvard, para escribir algunas rutinas matemáticas en él.
Con pocos días para la fecha límite, y después de largas noches de programación del software, lograron tener terminado su trabajo. Allen tomó un avión a Albuquerque para mostrarle el producto a Roberts, de MITS, pero en el camino le asaltó una preocupación: ellos habían probado su versión de Basic y había funcionado… en el emulador. ¿Y qué tal si el emulador estaba mal?
Sin embargo, otro asunto ocupó a Allen durante el vuelo: llevaba su intérprete de Basic, que sólo ocupaba 4 KB (menos de lo que hoy ocupa una página de texto en Word) en una cinta perforada, el medio de almacenamiento de la época. Pero él cayó en cuenta de que el Altair no sería capaz de entender la cinta, y que se necesitaba un programa de arranque que le dijera al computador cómo leerla. Durante el vuelo empezó a escribir este pequeño programa, y lo terminó pocos minutos antes del aterrizaje.
Allen y Roberts se encontraron, y al iniciar la demostración, conectaron un teletipo al Altair para darle las instrucciones y probar el Basic diseñado para este computador. Después de 15 minutos de espera, en los que tanto Roberts como Allen se mostraban incrédulos, apareció en la pantalla una pregunta en un prompt (unos caracteres que indicaban que el computador estaba listo para recibir órdenes). Todos se sorprendieron y celebraron. El Altair ya tenía su propio Basic, el primer software comercial para un computador personal.
Roberts y Micro-Soft firmaron el contrato para distribuir este lenguaje en el Altair, y adicionalmente Roberts contrató a Gates y Allen para que lo mejoraran y le hicieran mantenimiento. En ese momento Bill Gates decidió abandonar Harvard.
Micro-Soft creó luego nuevas versiones del Altair Basic, así como para otros computadores, y empezaron a ganar dinero por las regalías. Pero el lenguaje también se hizo popular entre los aficionados a los computadores, que lo tomaron y lo distribuyeron entre ellos sin pagar un dólar. En 1976, Bill Gates supo que en el Homebrew Computer Club, un club de aficionados al que pertenecían Steve Jobs y Steve Wozniak, fundadores de Apple, habían copiado el Altair Basic. Gates les envió a todos una carta abierta en la que los acusaba de robo, y declaró que no seguiría desarrollando programas para computadores que la gente no pagaba. Con su carta, Bill Gates también sentaría las bases para lo que luego se llamaría el licenciamiento del software, que consiste en la firma de un contrato entre el desarrollador y el usuario de un programa para que lo use sólo de una forma determinada, y con frecuencia, con un costo para el usuario.
Basic se convirtió en un gran negocio para Gates y Allen, y fue su único producto hasta comienzos de los años 80, cuando nació el sistema MS-DOS.
MS-DOS, salto a las grandes ligas.
A comienzos de los años 80 la compañía estaba ganando miles de dólares, pero su riqueza y poder se dispararon cuando Gates concretó el negocio de su vida -hasta ese entonces-: IBM, la mayor empresa de computadores del mundo en esa época, aceptó incluir el sistema operativo MS-DOS de Microsoft en el IBM PC, su primer computador personal, en lugar de otros sistemas ya conocidos. El PC de IBM, lanzado en agosto de 1981, tuvo tanto éxito que pronto se convertiría en el estándar que seguirían casi todos los demás fabricantes de computadores personales.
Al igual que con el Altair Basic, en esta ocasión Microsoft no tenía en realidad un sistema operativo, y como se le terminaba el plazo para entregarlo, Bill Gates y Paul Allen decidieron comprar un sistema llamado 86DOS o QDOS. Este había sido creado por Tim Paterson y estaba basado en el sistema operativo más reconocido de la época, CP/M, de la firma Digital Research. Gary Kildall, líder de esta empresa y creador de CP/M, murió en 1995 frustrado al ver cómo su invento ayudó a hacer millonario y famoso a Bill Gates.
Pero el verdadero éxito de Gates fue conseguir que el contrato con IBM le permitiera no sólo ganar dinero por cada copia del sistema incluido en el IBM PC (pues Microsoft conservó los derechos del sistema), sino que además pudiera comercializar el sistema operativo para otros PC, con el nombre de MS-DOS.
Al masificarse el IBM PC, y luego los primeros clones bajo la marca Compaq, también lo hizo el sistema MS-DOS, y eso no solo inundó de dinero a Microsoft, sino que les dio a Gates y su compañía un poder sin precedentes en la industria del software y la computación, pues las nacientes empresas de software debían sujetarse a las pautas de este sistema operativo.
Un MS-DOS gráfico: Windows.
Ante el explosivo crecimiento de Microsoft, Bill Gates abandonó el desarrollo de software para convertirse en el líder de los negocios y en un visionario de la tecnología que decidiría hacia dónde se tendría que dirigir su empresa. Por ello, tuvo que delegar la tarea por la que nació su empresa, el desarrollo de software. “Desde que trabajé en Basic no he tenido oportunidad de crear un programa personalmente”, reconoció años después.
Microsoft dominó el mercado de los computadores al conseguir que casi todos los fabricantes utilizaran el sistema MS-DOS (sólo unos pocos renegados, como Apple con su Mac y Commodore con el Amiga, se resistieron). Pero dos grandes negocios venían en camino: el sistema operativo Windows y la suite de oficina Office.
Bill Gates se propuso tener un sistema operativo gráfico, ya que MS-DOS era un sistema basado en comandos de texto y resultaba difícil de manejar. En noviembre de 1985, un año y medio después de la aparición del primer computador con interfaz gráfica, el Macintosh de Apple, apareció Windows 1.0, que en realidad no fue un sistema operativo, sino una apariencia gráfica para el MS-DOS.
Las primeras versiones de Windows no tuvieron mayor aceptación; los usuarios de PC siguieron usando MS-DOS. Sólo en 1990, con la versión 3.0 de Windows, y más aún en 1992, con Windows 3.1, pudieron desplazar a MS-DOS, y luego Windows 95 terminó de catapultar a Microsoft y le generó miles de millones de dólares de ingresos.
Años atrás, en 1989, Bill Gates había iniciado otro gran negocio para su empresa: el de las suites de oficina. Ese año publicó un paquete con los programas Word, Excel y PowerPoint, pero curiosamente no fue para los computadores con MS-DOS ni Windows, sino para el Mac, uno de los pocos computadores que no usaban los sistemas de Microsoft. El éxito fue inmediato y un año después nacería Office para Windows.
El sorprendente éxito de esta suite dejó víctimas en el camino: programadores visionarios y empresas pioneras que habían creado los primeros programas de oficina y que, pese a su éxito inicial, no pudieron competir con el poder económico, la capacidad de negociación y la flexibilidad de Microsoft. La hoja de cálculo Lotus 1-2-3 y los procesadores de texto WordStar y WordPerfect fueron algunos de los programas que quedaron en la sombra.
Algunos de los derrotados aceptaron la victoria de Microsoft, mientras que otros, como Mitch Kapor, fundador de Lotus (que luego fue comprada por IBM) y creador de la hoja de cálculo Lotus 1-2-3, considerada como la que impulsó la llegada de los PC a las empresas, culpan a Gates y Microsoft de aprovecharse de su posición dominante con los sistemas operativos para manipular a los fabricantes de computadores y presionarlos para que prefirieran su suite Office.
Hoy, casi 20 años después de la aparición de Office y 23 de Windows, estos dos productos siguen siendo los mayores generadores de ingresos de Microsoft. La firma, liderada por Gates, ha crecido y se ha diversificado mucho más de lo que Gates y Allen habrían soñado, pues ha ingresado en nuevos negocios, como el software corporativo, las consolas de juegos, los reproductores multimedia, la computación móvil, los acccesorios para computador, la publicidad en línea y los servicios en Internet. En algunos de estos negocios la compañía no ha logrado replicar el éxito que consiguió con Basic, MS-DOS, Windows y Office, pero sigue trabajando en ellos.
La compañía enfrenta hoy un momento difícil, tras sus pocos avances en campos como la música digital y los reproductores multimedia, donde Apple, con su iPod y su tienda iTunes Store, es líder indiscutible. Y el sistema operativo Windows, el más popular del mundo -nueve de cada diez PC en el planeta lo usan- y su gran arma para controlar esa industria, ha recibido críticas despiadadas de sus usuarios y de la prensa especializada en la versión más reciente, llamada Windows Vista.
Pero estos ya no son, al menos en el día a día, asuntos de Gates, quien ahora estará más preocupado por vencer el sida, la malaria (y otras enfermedades tropicales), el hambre y la falta de educación.
Opiniones sobre Gates
“Bill construyó la primera compañía de software de la industria, y creo que lo hizo antes de que cualquiera de nosotros supiera qué era una compañía de software”.
Steve Jobs, presidente de Apple (competidor y a la vez socio de negocios), durante la conferencia D5, una charla entre los dos, en el 2007.
“Microsoft es nuestro peor enemigo, por sus prácticas de negocio y porque juega al imperio; ofrece copias gratuitas en las escuelas para generar adictos a su software, pero cuando esas personas sean grandes no les dará las copias gratuitas, pues ya les ha dado la ‘primera dosis’ “.
Richard Stallman, padre del software libre (‘enemigo ideológico’ del software comercial), en entrevista a EL TIEMPO en mayo del 2005.
“Llevar la computación personal a cientos de millones de personas cambió totalmente el mundo y sigue haciéndolo, para bien. Por eso, antes de mirar lo que su fundación ha hecho por África o los pobres, hay que ver que él ya ha hecho más por el bien del mundo que cualquier otro”.
Nathan Myhrvold, ex director del laboratorio de investigación y desarrollo de Microsoft, en declaraciones a la BBC.
“Bill Gates quiere que la gente piense que él es Thomas Alva Edison, cuando realmente es Rockefeller. Hablar de Gates como el hombre más inteligente de Estados Unidos no es correcto… riqueza no es lo mismo que inteligencia”.
Larry Ellison, presidente de Oracle, empresa de software rival de Microsoft.
Frases célebres de Bill Gates
“El cambio que estoy anunciando hoy no es un retiro. Es una reordenación de mis prioridades”. Junio de 2006.
“Esa es la idea más estúpida que he escuchado en mi vida”. Frase frecuente cuando no le gusta una propuesta de sus empleados, según la revista Fortune.
“El trabajo más importante en el que tuve oportunidad de involucrarme, no importa lo que hubiera hecho, es el computador personal”.
“Para crear un nuevo estándar, se requiere algo que no sea sólo un poco diferente; se requiere algo que sea realmente nuevo y que capture la imaginación de la gente, y el Macintosh, de todas las máquinas que he visto, es la única que alcanza ese estándar”. En la conferencia sobre el computador Macintosh, de Apple, en 1984 (se encuentra un video de esta conferencia en la dirección www.osdata.com/kind/gates.htm).
“Las mejores piezas de software son aquellas en las que una persona tiene un conocimiento completo de cómo funciona el programa. Para lograrlo, usted tiene que amar realmente el programa y concentrarse en mantenerlo simple en un grado increíble”. 1985.
“Los programas de hoy se han ‘engordado’ mucho; las mejoras tienden a ponerlos lentos”.
“Sólo en términos de asignación de recursos de tiempo, la religión no es muy eficiente. Hay mucho más que se puede hacer un domingo por la mañana”. En revista Time, en enero de 1997.
“Los clientes más enojados son la mejor fuente de aprendizaje”. En su libro Negocios @ la velocidad del pensamiento, publicado en 1999.
“El spam será un asunto del pasado en dos años”. A BBC News, en enero del 2004.
La nueva causa de Gates: su fundación
Tras ocho años de funcionamiento, la Fundación Bill & Melinda Gates es la institución de beneficencia más grande y con mayores fondos del mundo, con 543 empleados y más de 38.700 millones de dólares en sus arcas.
Sus metas principales son combatir globalmente problemas de salud y reducir la pobreza extrema en el tercer mundo, así como expandir las oportunidades educativas y tecnológicas en Estados Unidos.
Aunque Bill Gates ahora dedicará cuatro días de la semana a su fundación, no tiene todavía un cargo definido.
Él y su esposa lideran la junta directiva, y en ella los acompañan William H. Gates II, padre de Bill, y Patty Stonesifer, ex directiva de Microsoft, es la presidenta (ocupará el cargo hasta el primero de septiembre, y será remplazada por Jeff Raikes, antiguo presidente de la División de Negocios de Microsoft.
Un hombre que tiene gran influencia es el millonario inversionista Warren Buffet, quien anunció una donación por 30.000 millones de dólares, con la cual los fondos de la fundación se duplicarán.
Melinda Gates, en entrevista a la revista Fortune, señaló que por la naturaleza de su esposo, él está apasionado con temas como la investigación en vacunas y las soluciones científicas, que pueden tomar décadas en dar resultados; ella está interesada en aliviar el sufrimiento ahora mismo.
“Usted no puede salvar niños sólo con vacunas. Fui a zonas rurales en India y dije ‘está bien, salvamos este niño. Pero las vacas están defecando en la entrada de la aldea. Hay otras cosas que necesitamos hacer”, dijo.
Un aspecto que causa interés sobre la nueva vida de Bill Gates es cómo afrontará su nueva condición. En Microsoft siempre fue el gurú, el visionario, el que generaba ideas pero también sabía cómo desarrollarlas. En la fundación utilizará su intelecto y su nueva pasión por resolver problemas de la humanidad, pero no es ningún gurú. No es científico ni domina temas como genética o biotecnología, aunque ya ha invertido un buen tiempo en aprender las bases.
Pero, más allá de cuánto sepa o de si él será el líder natural de la fundación o no -como lo fue siempre y lo seguirá siendo de Microsoft-, su presencia, sus ideas y su creatividad, así como las reuniones que realizará con líderes empresariales y políticos, son un buen augurio para las ambiciosas metas de la fundación.
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