JAVIER MÉNDEZ
Editor de Tecnología de El Tiempo
El cable submarino que el mes pasado creó una autopista directa entre Colombia y la columna vertebral de Internet en Estados Unidos toca tierra en Cartagena y se cuela a una edificación sencilla del barrio Torices, que nadie asociaría con un centro de alta tecnología. En los alrededores hay casas modestas, cuyos habitantes no tienen muy claro cuál es la relevancia de la nueva construcción.
Ellos no saben que esa estación terrestre de la empresa Columbus Networks puede resistir huracanes, movimientos sísmicos y que sus paredes son a prueba de balas. Tampoco que aquel ‘bunker’ tiene como principal misión recibir un delgado cable que esconde en su interior cuatro ‘pelos’ de fibra óptica, los cuales, aunque tienen cada uno el grosor de un cabello humano, están en capacidad de transportar buena parte del tráfico internacional de datos y de comunicaciones del país.
No es el primer cable submarino de Colombia, pero a diferencia de los otros, que pasan por diversos puntos de Centroamérica y El Caribe antes de llegar a Estados Unidos, este estableció una ruta expresa y directa entre Colombia y Boca Ratón (Florida, E.U.). Por eso su nombre: CFX-1 (de Colombia Florida Express).
Dicha avenida submarina de fibra de 2.400 kilómetros, cuyo tendido costó 80 millones de dólares, se inauguró el 27 de agosto en una ceremonia a la que asistieron los proveedores de acceso a Internet del país y la Ministra de Comunicaciones, y que los habitantes de las casas vecinas curiosearon desde las sillas que pusieron frente a las puertas de sus casas, alborotados por la llegada de ejecutivos extranjeros, cámaras de TV, escoltas y demás personajes poco habituales en la zona.
Si les hubieran contado que la nueva autopista virtual es tan veloz que los datos van y vienen dos veces entre Cartagena y E.U. en el tiempo que le toma a un ser humano abrir y cerrar los ojos (cada viaje de ida y vuelta tarda 24 milisegundos), quizá los curiosos no hubieran dejado de parpadear cuando llegaron las voluptuosas modelos contratadas para recibir a los asistentes a la ceremonia.
Se pavimenta una nueva era
La entrada en operación de nuevos cables submarinos es crucial porque estas avenidas de fibra óptica nos comunican con el corazón de Internet: es decir, con las redes y servidores estadounidenses a los que se conectan los colombianos cada vez que hacen una búsqueda en Google, revisan su correo en Hotmail, reproducen un video en Youtube, etc.
Hace apenas un año Colombia tenía una conectividad internacional limitada y susceptible a fallas, porque había pocos cables submarinos y algunos de ellos eran muy vulnerables a accidentes que nos dejaban incomunicados.
El más reciente, CFX-1, hace parte de la red de cable submarino Arcos, que mueve el 60 por ciento del tráfico internacional del país. Solo con el debut de CFX-1 el país obtuvo 110 gigabits por segundo (Gbps) de capacidad, que según los directivos de Columbus Networks ya están contratados casi en su totalidad por los operadores de Internet del país. Pero ese cable puede subir su capacidad a 1.920 Gbps a medida que se necesite.
La inauguración de CFX-1 es solo el último de varios sucesos que han disparado la difusión de las conexiones de banda ancha en Colombia.
El montaje de otros cables submarinos, las millonarias inversiones que han realizado en el país los operadores de Internet para mejorar sus redes, la presión de la Comisión de Regulación de Telecomunicaciones (CRT) para que se mejorara la velocidad de las conexiones en el país y el boom en la venta de PC, entre otros, han sacado a Colombia de la prehistoria tecnológica y lo han convertido en uno de los países de más rápido crecimiento en suscriptores de banda ancha (fue el quinto en el mundo en el primer trimestre del 2008, según la CRT).
El más reciente informe de Internet de la CRT reveló que 90 por ciento de las conexiones del país ya son dedicadas (como las de cable, ADSL, etc.); solo el 11 por ciento de nuestros cibernautas continúa utilizando los caminos de herradura que ofrecen las conexiones telefónicas tradicionales (las conmutadas). Y de los enlaces dedicados, 60 por ciento son de más de 512 Kbps, la velocidad mínima para que una conexión pueda ser promocionada como de ‘banda ancha’ en el país.
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