Hideo Kojima le entregó al mundo la pieza que faltaba para darles un merecido final a una de las sagas de juegos más importantes de la historia. La franquicia entró en una nueva era gracias a la impresionante calidad gráfica que consiguió al adoptar la tecnología de Fox Engine, y ‘Metal Gear Solid V: The Phantom Pain’ nos ofrece una experiencia de juego fluida y con la libertad del mundo abierto.
La historia toma lugar nueve años después de los acontecimientos que vemos en ‘MGSV: Ground Zeroes’, después de la caída de Base Madre, cuando Snake, alias Big Boss, despierta de su coma. El año es 1984, con la Guerra Fría como telón de fondo y las armas nucleares dando forma a una crisis mundial. Snake, cegado por las ganas de venganza, funda un ejército privado y se enfrenta al grupo XOF.
El juego explora temas complejos, como la psicología de la guerra y el impacto en las personas que han sido afectadas por ella. Su realismo gráfico, la buena narrativa y un diseño lleno de detalles hacen que ‘MGSV: The Phantom Pain’ sea una pieza artística de primera calidad, algo que no se había visto en la industria por muchos años.
Eso sí, el juego no se queda invicto y hay que decir que, como mencionamos en nuestra evaluación, la parte final de la campaña se siente algo convulsionada y repetitiva. Esto no logra quitar el mérito que tiene una tan completa obra de arte que lleva el nombre de Hideo Kojima tatuado en su interior. Aunque a Konami no le guste.
Imagen: Konami.
