No entendí la decisión de Apple de restringir su presentación del miércoles de la semana pasada. El discurso de Steve Jobs sólo se podía ver desde Safari y que además estuviera instalado un computador con Mac OS X, o desde un iPhone, iPod Touch o un iPad. Acaso, ¿el objetivo de esa presentación no era dar a conocer los nuevos productos? Al menos que esté totalmente equivocado, creo que Apple invita periodistas para que, por medio de sus publicaciones, muestren las innovaciones de las diferentes líneas.
Entonces, ¿cuál era la razón de encapsular la presentación en dispositivos propios? No creo que fuera retener más a los ‘maqueros’ en ese entramado que son los productos cerrados de Apple. Conociendo a los amantes de Cupertino, no es necesario que la empresa haga esos esfuerzos para mantener su lealtad. Si alguien tiene un MacBook, seguramente tiene un iPhone, un iPod y quiere un iPad. Ya está bien, es una camisa de fuerza en forma de manzana mordida.
Simplemente es una muestra más de la arrogancia de Apple. Las ganas de decir, “yo decido quién puede ver mis presentaciones y yo decido en qué dispositivos”. Es típico y lleva pasando un tiempo. Recientemente, en el escandalo de la antena del iPhone, Jobs mandó un correo electrónico famoso. Su respuesta sobre el problema del iPhone era que simplemente lo cogieran de otra manera. Según el presidente de Apple, un problema de diseño se volvió uno de usuario.
Lo peor de todo es que Jobs parece inerte frente a la percepción que tiene el mercado sobre su compañía. Después de la presentación del nuevo iTunes 10, un diseñador de la agencia ValuLead le dijo a Jobs que con el nuevo ícono, el programa perdía más de 10 años de reconocimiento. Jobs, mostrando la arrogancia de la que hablo, respondió que no estaba de acuerdo. Así de tajante.
Apple comete un error al perder esa humildad que la llevó a sobrevivir los años 90, cuando estuvo al borde de desaparecer. Hoy en día, se pueden dar ese lujo por el gran momento que vive la compañía. Pero ellos, más que cualquier otra empresa, saben que la industria de tecnología da muchas vueltas. Ojalá el futuro no les pase la factura.