Los humanos hace décadas que sabemos reproducirnos por medio de la fertilización in vitro. Pero lograr esa técnica en los perros había sido un asunto bastante complicado. Un grupo de la investigación de la Universidad de Cornell logró, por primera vez, la primera camada estable de siete ‘cachorros probeta’, que fueron fecundados en el laboratorio. Los resultados de la investigación fueron publicados en la revista académica PLOS One, de acceso abierto, según informó la universidad.
Como cuenta Gizmodo, resulta que las hembras de esa especie producen óvulos inmaduros, y lo hacen de forma muy infrecuente: solo una o dos veces al año. Además, el esperma de los machos solo es apto para fecundar cuando entra en contacto con los conductos reproductivos de las hembras: aun si se intentara fecundar con él con un óvulo maduro en el laboratorio, no podría fertilizarlo.
El reto científico fue encontrar las soluciones para esos retos. El equipo descubrió que los óvulos funcionan mejor para la fertilización in vitro en su sexto día de ovulación, y que el contacto del esperma de los perros machos con magnesio hace que puedan fertilizar a los óvulos.
El resultado fue una camada de dos perritos de madre Beagle y padre Cocker Spaniel, y cinco de madre y padre Beagle. En el artículo, los investigadores dicen que este avance “podría jugar un rol en la conservación de especies cánidas en peligro de extinción, o en la erradicación de enfermedades hereditarias a través de tecnologías de edición de genes“. Algunos de los ‘primos’ del perro doméstico cuya supervivencia está amenazada son el perro salvaje asiático y el lobo de crin, una especie que solo vive en Suramérica.
Toda esta ciencia es muy interesante, sin duda. Pero pasemos a lo que importa: ¡los perritos!
Imagen: Cornell University